viernes, junio 20, 2008

LA UTOPIA DEL LENGUAJE EN LA POETICA DE JUAN RAMIREZ RUIZ


POR ARMANDO ARTEAGA*
Empecé a ser amigo de Juan Ramírez Ruiz (Chiclayo, 1946-Trujillo, 2007) desde los primeros instantes de los recitales del Movimiento Hora Zero en la Biblioteca Nacional. Nos hicimos amigos desde siempre, y para toda la vida. A Juan Ramírez Ruiz (por designio de Elías Durand y/o José Cerna) le llamábamos juguetonamente “el adolescente tierno” de la generación del 70. Era Juan Ramírez Ruiz un alguacil lleno de albricias para la poesía, siempre dispuesto para la conversación inagotable, donde la sindéresis intelectual viajaba “Urbi. Et Orbis.” rodando en el mismo sentido de la esfera de la vida: llena de extraordinarias complicaciones. Con él, siempre había un tiempo nuestro para la disertación de cualquier tema que nos apeteciera abordar, así sea metidos en algún café nocturno de mala muerte del centro limeño, donde una cena lezamesca nos esperaba para vencer el asma de las horas -por venir-, allí una oscura pradera nos convidaba en sus manteles el pobrete vino de la literatura y de la poesía, mientras como alquimistas –plúmeos- buscábamos el ámbar del poema perfecto: vagabundos al alba.Lo veo todavía a Juan Ramírez Ruiz, siempre amplio, listo para la tertulia literaria, con sed infinita de espacio, buscando el debate profundo de las cosas. Desbordando esa fuerza de nuestros -impetuosos, jóvenes y rebeldes- años de los inicios literarios, donde toda hazaña, en honor a la poesía, era una fiesta. Diletante, irreductible, sereno, y paciente, inventor de un lenguaje muy especial y articulado, listo para derrumbar cualquier detalle superficial de la razón humana (que todo lo uniformiza), impecable espartano para la utopía del lenguaje, guerrero contra las inconveniencias sociales al descubrir algún detalle inconcluso que negara el brillo de la inteligencia, y que en cualquier caso, nos volviera contra la estupidez humana, para enfrentarla siempre: frente a frente, porque estábamos en contra del establishment.Juan Ramírez Ruiz anhelaba ser un poeta “casi” perfecto, tal como él se imaginaba debería ser “el gran poeta perfecto”, para escribir el gran libro de la poesía latinoamericana. Era, también, el intelectual, que estaba por encima de las pocas mezquindades triviales que muchas veces nos trae la vida, y sabía de tempestades como Holderlin, cuando citaba esta parte del Hiperión: “Te diríamos que estamos aquí para desembarazar la tierra de todo lo que le estorba, que quitamos las piedras de los campos, deshacemos los duros terrones con la azada, labramos el suelo con el arado y arrancamos las malas hierbas, las cortamos de raíz, las arrancamos de raíces para secarlas al sol”. Poeta, de una resistencia norteña muy especial, quiso siempre ser coherente con la lógica de su propia obra poética, que desde ya, puede uno empezar a entender cómo es qué, Juan Ramírez Ruiz, inició este aporte de “lo sistémico” para el manejo de esta utopía del lenguaje que motivó toda la arquitectura de su escritura, y de las diversas inferencias que desarrolló en el lenguaje poético que utilizó, para la construcción y la creación de sus propios poemas. Volviendo a Holderlin sabía que: “los signos son desde las edades lejanas el lenguaje de los dioses”.
La poesía de Juan Ramírez Ruiz ocupa tres etapas, donde la utopía (esa república imaginaria, plan, proyecto, doctrina o sistema) del lenguaje (ese método exclusivamente humano, y no instintivo, de comunicar ideas, emociones y deseos por medio de un sistema de símbolos producidos de manera deliberada) es la preocupación esencial, donde la poesía aparece como un cuerpo robusto en el “texto” absoluto de manera integral.
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En la primera etapa, de su libro “Un par de vueltas por la realidad” empieza la apertura de las primeras ideas sobre “El poema integral” y el planteamiento de las ideas marxistas que defendió, y que tanto entusiasmaron su primer accionar como poeta integrante del Movimiento Hora Zero. Fiel al manifiesto: “Palabras Urgentes”, cuestionador sincero del controvertido panorama de la poesía peruana del siglo XX. En “Un par de vueltas por la realidad” está lo explosivo del verismo de su lenguaje que capta de la realidad social: el poema, el cuadro, o la partitura, de lo áspero de la vida. Su lenguaje es confrontacional: “nosotros creemos que el arte, la poesía, abre ríos, levanta montañas, transforma a los individuos y es la potencia luminosa, el indestructible vigor, la vitalidad más alta”. Tal era el sentimiento de absolutismo que tenía nuestro poeta por la poesía. En “El jubilo” de su postura poética, celebra y marca la expresión más sincera de su lenguaje poético. Los “signos de rotación” van definiendo con mayor claridad los escenarios sociales y los tiempos vividos por los personajes caracterizados que el poeta describe o exalta. En el poema “¿Quien vive?” se expresa con eficacia lo histórico y lo filosófico que significa el sentido de habitabilidad y de pertenencia hacia el lado cultural inexplorado del país. Lo abrupto de la realidad está descrito en cada uno de los poemas con un enorme conocimiento de la realidad objetada, y con una aproximación realista. El realismo poético es el arma para escrudiñar sobre ciudades, personajes, situaciones incongruentes, y hasta desastres naturales y nacionales. Tiene un contenido de provocación para lograr llamar la atención sobre lo grotesco que suelen ser ciertos acontecimientos de la vida. Juan Ramírez Ruiz sabía que se podía poetizar “todo” de la vida y de la realidad. La teoría de “la poesía integral”, no era más que “hipótesis” para su trabajo: “La vastedad y complejidad de la experiencia humana de este tiempo es tal que no puede ser registrada cabalmente por una poesía estrictamente lírica. Sólo la poesía que integre y totalice, que pueda incorporar y ofrecer un válido registro de la experiencia de este tiempo”.
En la segunda etapa, de su libro “Vida perpetua”, en “Post festum”: viene la tentación de la experimentación del lenguaje, es la preocupación algebraica y geométrica de la “mise in page” de cada poema. Es el desarrollo del lenguaje como un sistema funcional plenamente formado dentro de la constitución psíquica o “espiritual” del hombre, para ir hacia la poesía total e integral. El lenguaje poético de “Vida perpetua” tiene su propio escenario: el hombre de la calle está siempre presente, una enorme amplitud de voces invaden en anónimas aproximaciones el contenido y la trayectoria de cada parte del libro. El idioma de la irrupción poética es el patrimonio social que en un conjunto de palabras reunidas le van dando sentido al significado y al significante de cada “texto”, configurando una interdependencia: idea, imagen, signo, ruido acústico. La escritura en “Vida perpetua” es el aporte más importante del poeta, pero gana siempre también el sentido del hablar. El lenguaje funciona como institución y es un instrumento para la comunicación. El poeta hace hablar en un tipo de personaje-hombre lo que él quiere expresar para trascender. El sentido de la palabra es lo que más importa. El aporte de Saussurre en la poesía de Juan Ramírez Ruiz es porque se acepta que “el lenguaje tiene un lado individual y un lado social, y no se puede concebir el uno sin el otro”. La poesía al abordar también el lenguaje desarrolla lo poético como un sistema establecido y le otorga el sentido de la evaluación de lo social en cada acto. La poesía como lenguaje para comunicar se transforma en una convención y la naturaleza del signo ayuda a la conformación de los significados, lo articulado del lenguaje confirma siempre el destello de la idea. El lenguaje, o la escritura, en la poesía como uno de los códigos que Juan Ramírez Ruiz utiliza para expresar las propias convenciones de sus ideas, a nivel de la comunicación es total y en varios niveles.En una carta que Juan Ramírez Ruiz le escribiera al poeta mexicano Octavio Paz, que se publicó en la revista Plural (Septiembre, 1975) está descifrada la clave de su experimentación referida a las múltiples formas de su lenguaje poético, cuando abandona conceptualmente las limitaciones de los inicios “marxistas”, para emprender una aventura teórica con aceptada presencia de una reconocida influencia del estructuralismo, de la lingüística de Ferdinand de Saussurre y de la semiótica: como herramientas, y de sus gratas conversaciones con el poeta y lingüista José Cerna, y con el noctámbulo Guillermo Mercado Jr (hijo del legendario poeta del indigenismo poético arequipeño, hombre culto y gran conocedor del estructuralismo francés y El circulo de Praga). Si a veces la poesía de Juan Ramírez Ruiz cae en excesos de la retórica estructuralista para desarrollar una escritura difícil trasfiriéndole al poema su propia expresión semiótica, es porque la comunicación es la preocupación más intensa, el intento por leer y comprender con mayor amplitud y dar a entender con mayor complejidad a los demás su verdadero punto de vista. Aquí, Juan Ramírez Ruiz se abra con mayor énfasis con una fuerza centrifuga hacia la cultura de occidente, veamos la inquietud que Juan Ramírez Ruiz le trasmite a Octavio Paz donde utiliza el concepto de “probabilidad” matemática usando en la matriz de una unidad lingüística:“Seré breve. Diré de inmediato lo que me motiva en mí este acto desacostumbrado. Bien, el asunto es éste.: Una pequeña revista de mi país publicó el texto** que estoy enviando; el silencio, el vacío en torno a él me desafía, pero me niego a lo que me sugiere, docilidad, acatamiento. Esto me empuja a escribirle estas líneas y a enviarle mi texto.
El presente trabajo es una tentativa ubicada dentro de los esfuerzos de sacar el poema de su contexto habitual, de crear para él un espacio que sin dejar de ser autónomo se haga colectivo en la pluralidad de sus significaciones. Y en la posibilidad de sus múltiples lecturas.El texto me sugiere la idea de instaurar estructuras flexibles, “textos infinitos”, abierto en todas direcciones que liquiden la convicción del inicio y el final del poema. A la vez, diría, que de esta manera se afirma el principio de libertad. Es mas, de una libertad que se comparte al ofrecer el texto para la producción de cualquier nuevo texto. Por este camino, el poema se instituiría partitura, y la lectura un acto creador objetivo “físico”.
Creo que el nuevo texto producido (a partir del texto matriz) toma sus distancias con lo meramente mecánico, puesto que el acto mental de producirlo con lleva un ejercicio de voluntad responsable; la mayor manifestación de lo lúdico. Me parece, también, que la “lectura” propuesta por el texto matriz, ofrece una gama mayor de posibilidades de una aventura creativa si es comparada con aquella que propone un texto habitual.Agregaría para pecar de entusiasmo, señalando objetivos máximos por esta vía que este proyecto apunta hacia la desaparición del lector en sus connotaciones actuales, hacia la desaparición de la actividad no creadora. Y se une el intento de destrucción del mito de la inmovilidad de la escritura.Digo lo anterior porque creo que también en la página, el mundo ensaya sus proyectos. Y porque la pagina es la zona donde una persona ha de entregar anticipos de libertad tal como usted lo ha planteado en uno de sus textos.Bueno, esto seguro que para usted soy un desconocido. Mis datos son estos: tengo 28 años y un libro de poemas “Un par de vueltas por la realidad” (1972). Y una negra cabeza donde las ideas más obsesivas son las de ser libre, y la de vivir inmerso en el trabajo de crear belleza con las palabras”.
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En la tercera etapa, buscando otras gramáticas, prosperó la poesía de Juan Ramírez Ruiz en su proyecto último que publicó en su libro “Las armas molidas”. Es una fuerza centrípeta que va hacia el rescate del sistema de la escritura en la cultura del mundo andino y de lo amazónico, difiriendo de la política idiomática asimilacionista de la republica de las letras peruanas. Juan Ramírez Ruiz renuncia, por esta vez, a esa fuerza centrifuga de encuentro con lo occidental que desarrolló en “Vida perpetua” para ir a la otra fuerza centrípeta de ese otro encuentro -más natural y con perfecto dominio de su poética- con lo andino y con lo amazónico, buscando el verdadero rostro del país, plurilingüe y multiétnico. Aquí, la poesía de Juan Ramírez Ruiz, el poema integral, le abre las puertas a otras disciplinas como la antropología, la filología, la gramática normativa, y sobre todo la lingüística y la semiótica, queda aún la quimera de decir con Whitney de que “la lengua es lo que hace la unidad del lenguaje”, mejor: la ciudad del lenguaje donde habita el poeta. La propuesta experimental de Juan Ramírez va más allá de la aventura de la escritura y la “rotación de los signos”, en el suceso puro de la exigencia de una poesía para la comunicación total y de reencuentro con el pasado histórico con nuestro ancestral sistema de escrituras diversas de nuestros pueblos antiguos. Sus textos vuelven sobre la experiencia de lo semiótico. Si en cada época, en cada sociedad, la obra escrita busca trascender el significado univoco, el empleo de otros vocablos como elementos no literarios, el uso del “collage” y los atributos del movimiento letrista, signos, logogramas , símbolos de los diversos sistemas escriturales desarrollados por el hombre en cuyo proceso de hominizacion se encuentra con el lenguaje de una nueva poesía, ayudar a descifrar lo que el poeta quiere significar y lo que en el campo especifico de la vida misma espera comunicar. Ya lo dijo Roland Barthes: “el símbolo no es la imagen, sino la pluralidad misma de los sentidos”. La disposición de la palabra adquiere en la poesía de Juan Ramírez Ruiz un sustrato barroco y concreto, el valor semántico de cada uno de estos textos, implica leerlos con cuidado, indagar en el significante y el significado de cada uno de ellos, de allí se obtienen enormes posibilidades, probabilidades y nuevas posturas, tomando otras dimensiones de la realidad, captar el objeto que quiere significar en esta escritura y el objeto que significa en la lectura directa de lo real. El lenguaje es una forma más desarrollada, sutil, y complicada del simbolismo. Mito, magia, poesía, religión, razón, lenguaje lógico e ilógico, están íntimamente analogados en los hilos de la red cultural andina y amazónica. La palabra es creadora del mundo o creadora de mundos. Ya lo dijo Mallarme: “La poesía no se hace con ideas, se hace con palabras”. En esta poesía de “Las armas molidas”, la escritura obtiene prestigio sobre la oralidad del texto. Los antiguos peruanos escribían sus poemas y desarrollaron sus sistemas de escrituras sobre pallares, o en cerámicas, o en frisos y muros de sus edificios, o en tejidos, que son los manuscritos vivientes y vigentes de nuestra cultura andina y amazónica. Juan Ramírez Ruiz ha logrado codificar algunos casos y hacernos un espacio de atención, y reflexionar sobre este hecho poético. Esta escritura salpicada de paisajes de nuestra historia antigua y actual, siempre azarosa y dramática, le otorga a la poesía de Juan Ramírez Ruiz una reflexión tremenda sobre nuestra cultura y su futuro. Thomas Mann ha dicho: “El lenguaje es la critica de la vida: nombra, distingue, caracteriza, y juzga, por la virtud que tiene de dar a la vida nombre a todo lo que toca”. El lenguaje, el arte, la poesía, pueden ser superiores a la vida misma. El poeta restablece en cada parte de la vida la fuerza vital de su palabra, y vuelve a convertirla en creativa del mundo. Para lograr esta hazaña de la libertad del lenguaje, el poeta desactiva también: el inicio y el final del poema, solo existe el texto, desactiva las armas de la lógica del lenguaje para dejarlas al libre albedrío de los significados y los significantes, y pone en el lugar de la muerte: las “armas molidas” del lenguaje, echas polvo. Restableciendo la verdadera significación y valoración ética y estética de las cosas. Las “armas molidas” del lenguaje arcaico de la vieja poesía están muertas, bien muertas. La oportunidad de renovación intuitiva en la poesía de Juan Ramírez Ruiz ha sido posible y actual, por el valor artístico, y semántico, que le ha otorgado a cada uno de los textos para articularlos en un solo discurso cultural, en lo lingüístico y en lo visual, al desarrollar las formas esenciales que han motivado estos estímulos poéticos, que configuran también un ciclo lingüístico, que se ha cerrado y que ha abierto otro, la poesía como manifestación espontánea, y verdadera, que le da sentido a su propia propuesta: una poesía siempre será integral, y realizable por todos, hasta por los lectores.La poesía de Juan Ramírez Ruiz viene de la herencia del vanguardismo peruano norteño, creación literaria y militancia política, animaron su peculio. Viene algo del “Trilce” de César Vallejo, de la línea férrea chiclayana de ancestros como Juan José Lora y Lora, y Nicanor de la Fuente, de esa polivalencia contestataria y abierta hacia las innovaciones experimentales del lenguaje.Por último, diré algo más salido de la vigilia y del vinagre elemental, y tal vez del “vano oficio”, a propósito de muchas cojudeces que se han dicho como corolario final después del trágico accidente que ocasionó la muerte de Juan Ramírez Ruiz. Creo que, a los otros poetas de Hora Zero les faltó consecuencia política para con sus propuestas poéticas y políticas. Creo que Juan Ramírez Ruiz fue el único que sobrevivió a tal vergüenza de este inútil juicio final propiciado por ellos mismos para con los otros viejos poetas que cuestionaron. Del balance provisorio, de ese parricidio, creo que Juan Ramírez Ruiz sale ileso, por su propuesta y aventura personal, tanto para con la poesía como para con los manifiestos, que adjetivaron en el accionar de las opciones -políticas y poéticas- que predicaron. Y, con su conducta ciudadana, Juan Ramírez Ruiz, fue el único consecuente con los manifiestos y la poesía integral, mirar y leer sus libros. No fue ni becario, ni burócrata, ni ayayero de políticos tradicionales, ni saltimbanqui de burgueses, ni merodeo en los cócteles de las embajadas. Sobrevivió con su discreto trabajo periodístico de corrector de pruebas lapidado con el avance de lo informático en esa profesión, suceso que lo empobreció más por falta de trabajo. Sobrevivió: solo, resistió y murió, por la poesía, a su manera. Poeta muerto, al fin, algunos perversamente han querido transformar al rebelde con causa en un rebelde sin causa, y eso es algo inaceptable.*




Publicado en la revista Sol & Niebla, número 4, Junio 2008, que dirige el poeta Juan Carlos Lázaro.** El texto al que se refiere JRR es una parte del poema Dodecaedro del libro “Vida perpetua”.



TEXTO TOMADO DEL BLOG SOL NEGRO DE Paul Guillen

lunes, junio 09, 2008

REFLEXION SOBRE LA LECTURA Y OTROS PLACERES EXTRAÑOS: UN VIAJE EN COMBI LIMA - CHOSICA Y VICEVERSA


Raúl Jurado Párraga

“Leer bien es uno de los mayores placeres que puede proporcionar la soledad, porque, al menos en mi experiencia es el placer más curativo. Le devuelve a uno la otredad, sea la de uno mismo, la de los amigos o las de quienes pueden llegarlo a serlo” Manifiesta Harold Bloom en su libro: Como leer y por qué. Y realmente la lectura se convierte en un placer intenso y único que uno termina a veces ardiendo con las palabras en la boca y con un bullente signo en el cerebro que nos ha permitido aprehender la soledad y la sabiduría de otro gigante que nos ha entregado un universo de ideas en letras, oraciones, párrafos en forma de un texto. Además la lectura es un placer curativo para el cerebro. Una forma de saberse más humano a pesar que hemos nacido con humanidad. Leer es no dejarse ganar por la soledad o la abulia es saber sabio, es reír, llorar o emocionarse con un libro ese objeto que otros como nosotros hace tiempo han dejado de profanarlo, es decir leerlo. Esta demás repetir la letanía que se lee poco, que nuestro nivel de comprensión es cada día más aterrador y paupérrimo, que no hay forma de incentivar lectores a pesar de maratones de lectura o promociones en escuelas, universidades etc. Y bla, bla, bla... hay que hacer algo para letrar a los otros etc, etc. Tanto así, que cada día salen al mercado especialistas en comprensión lectora a dar seminarios, capacitaciones, cursos o editan sendos manuales con dicho tema. Pero ahí, queda el esfuerzo. Otros más osados piensan que en internet esta la suma del conocimiento y la información actual. Y los libros pobrecitos ellos ya son parte de la arqueología de la memoria. Discusión entre lectores clásicos y primitivos de libros y de lectores electrónicos posmodernos salvajes. Leer en pantalla un hipertexto, leer la atomización de la información es lo nuevo. Pero yo me quedo aún, en la lectura placentera de un libro en la mano que lo puedo leer en los viajes. Como ahora en la combi. Leer a solas con placer y en soledad a pesar que estas acompañado de otros pasajeros que miran por la ventanas. A pesar, que estas sentado cuatro horas diarias entre Lima –Chosica y viceversa.
Julio Ramón Ribeyro contaba la siguiente anécdota: “ Alfredo Gonzáles Prada cuenta que su padre , don Manuel sentía por los libros un respeto casi religioso, al extremo que era incapaz de subrayarlos o de trazar notas marginales. Se contentaba con redactar largas tiras de comentarios que añadía cuidadosamente al final de cada libro que había leído. Todo ello indica que don Manuel no amaba a los libros, sino que era un “respetuoso” lector.” Pero al menos, era un respetuoso lector de los que ya no quedan. Pero lo que se quiere es que la gente se convierta en un amante de la lectura cualquiera sea su formato. Se convierta en un lector voraz y permanente. Tarea nada fácil si no se tiene presente lo que alguna vez, dijo Erasmo de Rótterdam: “Si tuviera un poco de plata me compraría libros y si me sobrara algo comería” Pero en estos tiempos de hambre físico y en condiciones salariales de profesor universitario quien quiere apostar a leer sino lo necesario para hacer las clases dirán algunos. En todo caso, los textos esperan a los atrevidos por que salvo el saber lo demás es ilusión. Perdonen los políticos por haberles cambiado el poder que tanto les encanta por el saber. F. Bacón dixi: El poder es saber.
La lectura. Es un proceso de suma complejidad que supone: reconocer, organizar, predecir, contrastar, recrear, evaluar, comprender, interpretar un texto. Vivir es leer el mundo. Toda proceso de lectura deja huella. Uno no es el mismo (no debería serlo) después de cada lectura. Ya en el territorio del texto, un lector es un ser activo porque el texto no lo da todo solo al abrirlo. Hay que olfatear, acariciar el texto y luego iniciar la lectura. Ojo cerebro en acción. Se leen textos no libros. La lectura debe asociarse con el concepto de texto. Es necesaria esta aclaración por que muchos “especialistas” sólo vinculan el hecho de la lectura asociada a la idea del libro. De no ampliar nuestro registro sobre el texto y quedarnos sólo con el libro estaríamos perdiendo la posibilidad de leer otros tipos de textos que aparecen en los medios de información (ordenadores, letreros, periódicos, imágenes etc) o la de algunas manifestaciones artísticas y culturales. Se puede leer incluso el tiempo, los saludos, la moda o cualquier manifestación humana. ¿Acaso, la semiótica no se ha convertido en la ciencia que permite leer los signos y explicarlas? El libro quizás por lo que representa es el espacio más valioso vinculado al acto de la lectura. El libro cualquiera sea su textura, tamaño, y contenido invita a imaginar, a explorar el mundo, apropiarse de las claves que ha dejado el “otro” el sujeto de escritura para encontrar nuestras propias respuestas que nos dará una lectura bien realizada. Quien lee un libro acaso, se inunde de un universo de ideas y acabe marcado con el estigma de lector en estos tiempos digitales que también ha creado su propio universo de hipertexto.
La lectura es un proceso de interacción entre lector y texto en un determinado contexto. La lectura es un proceso mediante el cual el emisor intenta satisfacer sus objetivos en un lector potencial. Un lector termina adueñándose del universo y esto provoca que el lector cure su soledad y a la vez, crecerá en conocimiento.
Lo que importa en la lectura para algunos estudiosos del acto lector es comprender la denominación de las palabras y esto da como resultado la decodificación de los textos. (Fries, 1962) hecho funesto ya que mecaniza a los alumnos. Se utilizaban preguntas para lograr respuestas literales. Con esta forma de lectura inicial se desplaza la verdadera comprensión y valoración del texto en su totalidad. La lectura no puede ser un acto memorístico porque creer que la lectura se puede hacer así, estaremos frente a un acto de lectura ineficiente que sólo nos permitirá leer significados en un nivel superficial pero no podremos realizar un proceso de metalectura. Es decir, leer es ir más allá del texto lo cual nos obliga a razonar, asociar, complementar e indagar lo que tiene y no tiene un texto.
La comprensión lectora es un proceso a través del cual el lector elabora un significado en su intención con el texto (Anderson y Pearson, 1984) El lector es un agente vivo, un usurpador del conocimiento, un censor a veces crítico duro con su propia lectura. No se puede hacer juicios de valor frente a lo que se lee parcialmente o lo que se lee superficialmente. No puedo ser censor de lo que conozco a medias. Ya que daría paso a un proceso de ideologización y manifestar que no se lee tal texto porque esta escrito por un reaccionario o un burgués. O algún otro pretexto para justificar la mediocridad de nuestra lectura. El lector debe convertirse en un amante de los libros tal como quería Julio Ramón Ribeyro. Frente al respetuoso lector debe aparecer con nitidez la figura del lector amante de los libros. No un bibliomano, ni un bibliófilo, ni menos un bibliólatra sino simple y llanamente un lector gustoso y goloso.
La calidad lectora se incrementa en proporción directa con la práctica. A más ejercicio lector mayor capacidad cognitiva. La lectura es un proceso que se manifiesta como una confrontación crítica con el material y con las ideas del autor. Los libros (más aún los buenos libros) no contienen un mensaje unidireccional, sino que producen significaciones múltiples. Cada lector en esa experiencia personal dibuja su espacio comprensivo. Cada lector muestra su compromiso con lo que lee, con lo que procesa, con lo que deglute, con lo que saborea, con lo que le queda del texto después de haber leído página tras página un libro. Es en la lectura donde intervienen con intensidad todos los sentidos. Hay que recordar que el libro en un estante cerrado es un organismo muerto que sólo logrará vida en el acto de la lectura. Y en ese acto indefinible la comprensión de sus claves internas.
A veces estamos obligados a destripar el texto, antes que leer a medias. Para leer bien como quiere Bloom hay que abordarlo como territorio atractivo de mensajes. El texto a leerse no debe convertirse en un artefacto para practicar la gramática o la ortografía, ya que en lugar de servir de guía de saber se convertiría en formas de salir del texto. El profesor no debería ser un transmisor de saberes de lectura, sino un impulsador de la misma. El libro y su contenido (texto) no debe ser el espacio para que el que guía la lectura te diga de que trata el texto, quienes son los personajes que accionan la historia, cual es su estructura, sus acciones, su lenguaje, cual es us temática, que tipo de texto es, etc. Sino, que la lectura debe procurar ser el acta fundacional del lector frente al conocimiento.
La lectura es una experiencia privada. Una experiencia de lectura no se parece a otra, el lector inventa un texto invisible; infinitos lectores inventan infinitos textos invisibles. Umberto Eco señala que “el texto contemporáneo se ofrece como una obra abierta, el lector la recrea con su lectura mediante una comunicación emotiva. Es decir, interpreta libremente según los sentimientos que la lectura le provoca”
El texto literario no se agota en sí mismo, sino que pone en circulación el deseo del receptor. De aquí, el placer del texto. De igual manera otros tipos de textos ponen en acción otros tipos de recepción.
El acto de leer es un proceso que abarca múltiples niveles que contribuye al desarrollo de la mente. La transformación de los símbolos gráficos en conceptos intelectuales exige una intensa actividad del cerebro, que distingue, almacena, procesa y el resultado es un singular entrenamiento cognitivo que sobrepasa la simple recepción del mismo. Este acto liminar es la tan ansiada compresión lectora.
La lectura como proceso lector debe lograr como dice Jacques Lacan hacer que “la letra restituye, viene a tomar el lugar mismo de donde el deseo se ha retirado”. La lectura es una negociación entre el que escribe y el que lee. Pienso en un pacto del escritor con su lector y viceversa.
QUE SIGNIFICA COMPRENDER UN TEXTO
Según Teresa Colmer y Ana Campos
El significado de un texto no reside en la suma de significados de las palabras que lo componen, ni tan sólo coinciden con el significado literal del texto, ya que los significados se construyen los unos en relación a los otros.
La aceptación del significados de cada palabra depende de la frase donde aparece, por otro lado, el párrafo puede contener la idea central de un texto o construir un simple ejemplo según sus articulación en el discursos.
Un mensaje verbal jamás ofrece el total de la información, sino que el emisor lo construye simplemente con la información que juzga necesaria para que el receptor lo entienda suponiendo que hay muchas cosas que no hay que explicar.
Comprender un texto es ir más allá de la simple decodificación o el desciframiento de signos gráficos. Comprender es un acto de razonamiento hacia la construcción de una interpretación, de un mensaje escrito a partir de la información que proporciona el texto y los conocimientos previos que poseen los lectores. Para lograr este hecho el lector desarrolla ciertos factores operativizadores en su acto de lectura y estos serían a mi juicio los siguientes:
1.- Conocimiento del mundo.
2.- Conocimiento de la situación comunicativa.
3.- Conocimientos paralingüísticos
4.- Conocimiento del sistema de lectura y escritura
5.- Conocimientos textuales, estructura, cohesión , coherencia del texto.
6.- Manejos de métodos (si los desarrolla o aprende)
7.- Ritmos de lectura.
8.- Placer sobre la lectura
9.- Discriminación de lo que se lee.
10.- teoría sobre la lectura. (Optativo, pues se puede leer sin poseer ninguna teoría)
11.- procesos de relectura y aprovechamiento de lo leído.
Pero como afirmamos a lo largo de este breve trabajo, es el lector aquel sujeto de lectura quien hace las distinciones sobre el tipo de texto que lee. Y quien canoniza el texto con la cual logra un proceso clave en el acto de la comprensión lectora que es la identificación. No es lo mismo leer una novela, un poema que un artículo científico u otro tipo de texto. Así mismo, el lector se afirma en el placer, en el gusto o el disgusto por lo que lee y busca la explicación el por qué. Ahí, mismo se da el proceso de selección por la cual el lector afirma la parte o partes del porqué nos gustó o disgustó un texto. Una vez llegado a este nivel puedo afirmar que estoy analizando y sintetizando lo leído. Al final del proceso estoy en capacidad de valorar o enjuiciar el texto leído, a la vez, que lo integro como parte de mi lectura con la cual realizo la etapa final que es la evaluación e integración del texto. La comprensión lectora es una metalectura que parte del texto para generar la lectura de impacto, el proceso continuo de relectura, la lectura de análisis y finalmente la apropiación del texto o su interiorización como conocimiento. Todos estos procesos son realizados por el lector que a propósito de su actuación o performance en torno al texto puede también ser tipificado de varias formas a saber: Lector informado, lector implícito, lector lúdico. lector investigador, archilector, hipolector, hiperlector, Etc. Un estudio de los mismos puede consultarse en amplitud en Hans Jauss, Michael Riffaterre, Wolfang Iser, Humberto Eco, Etc. Especialmente los tratados de la teoría de la recepción.
Para culminar, el viaje porque ya estoy llegando a la estación 32 de la carretera central y me siento abrumado por haber pensado en voz alta mi preocupación por la lectura. Tanto placer he puesto en estas páginas al escribirlo por que no soy especialista de seminarios, de cursos de capacitación docente, no soy facilitador de comprensión lectora. Sólo soy un lector que ha leído el tiempo que me ha tocado vivir. Hay de aquellos que escuchan a los “especialistas” en comprensión lectora pobrecitos los que escuchan dos a cinco horas o una semana como leer y que técnica aplicar para leer mejor en un país donde cada día hay menos lectores. Sólo un consejo “temed al hombre de un sólo libro” reza el pensamiento de San Agustín estampado en la pared de la Biblioteca Central de la UNE. Teman a Dios pero más teman al “especialista” que ha leído un sólo libro y cree engañar al ojo del saber. Teman a los “especialistas” en lectura que aún no han cambiado de discurso. La lectura da placer y eso sólo lo saben los que leen para pensar.

Bibliografía Consultada

Bojorque Pazmiño, Miriam Eliana. Lectura y Procesos culturales ( el lenguaje en la construcción del ser humano) Bogota- Colombia. Cooperativa Editorial Magisterio, 2004.
Bloom, Harold. Como leer y por qué. Colombia. Editorial Norma, 2000.
Colomber, Teresa. La formación del lector literario. España. Editorial el árbol de la memoria. Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 1998.
De Zubiría Samper, Miguel. Teoría de la seis lecturas (mecanismos del aprendizaje semántico) 2 tomos. Santa Fé de Bogota, Fundación Alberto Merani Fondo de publicaciones Bernardo Herrera Merino,1995.
Eco, Humberto. Lector in fábula. Barcelona, Editorial Lumen, 1981
Palacios Sierra, Margarita, Chávez Pérez, Fidel y Roberto Domínguez Cáceres. Leer para pensar ( búsqueda y análisis de la información) México. Longman de México Editores S:A, 1995.
Ribeyro, Julio Ramón. La caza sutil. Lima. Editorial Milla Batres, 1975.