Al editase un libro que contiene diversos artículos y ensayos sobre este importante poeta. He tomado del Blog La Soledad de la página en blanco de Camilo Fernández Cozman su post que considero informa de manera objetiva el contenido del libro.
En 2011 se cumplieron los cien años de nacimiento de Emilio Adolfo Westphalen. Como parte de las merecidas celebraciones, se realizaron dos coloquios: un homenaje organizado por la Academia Peruana de la Lengua y un conversatorio de orientación lacaniana bajo la batuta de Marcos Mondoñedo, profesor de la Universidad de San Marcos. Ahora podemos leer el texto de cada una de las ponencias presentadas a los dos eventos antes mencionados. Gladys Flores, Javier Morales Mena y Marcos Martos acaban de publicar Westphalen centenario (Lima: Ed. San Marcos, APL y Facultad de Letras de la UNMSM, 2012, 127 pp.) El libro manifiesta tres enfoques: el retórico, el sociohistórico y el psicoanalítico. En lo que respecta al primero, están el ensayo de Giancarlo Pedraza y otro mío donde se analizan el campo retórico (área de conocimiento que implica las experiencias adquiridas por los individuos, las sociedades y las culturas) y la estructura argumentativa de la poesía de Westphalen. Pedraza pone de relieve cómo Las moradas, revista dirigida por el poeta, se situó con propiedad en el espacio de la modernización de la cultura en el Perú a partir de una reflexión interdisciplinaria y sugestiva. En lo que concierne al segundo, Paolo de Lima indaga por “la constitución del sujeto poético como parte del sector social urbano y occidental de la sociedad peruana en la medida en que focaliza a la migrante andina desde la exterioridad y el exotismo” (p. 32). La tercera perspectiva tiene la mayor cantidad de ensayos. Marcos Mondoñedo aborda, desde la óptica de Jacques Lacan, la observación selectiva, que hace el sujeto, del cuerpo de la mujer, donde el poeta privilegia el pie de la mujer que ha sido divinizado por la cultura occidental; pero que Westphalen lo percibe como objeto vinculado a la lujuria. Por su parte, Lenin Lozano se sustenta en el Seminario X de Lacan sobre la angustia para examinar la presencia de lo real (lo imposible de representar) en la poesía de Westphalen. En tal sentido, la presencia de la mujer, en Abolición de la muerte, se va tornando cada vez más difusa y “ ya no puede colmar la escena con imágenes cósmicas de forma contundente” (p. 49). Milton Gonzales se apoya en Lacan y Alain Badiou para proponer que la poesía constituye una interpretación del mundo “que necesariamente ha pasado por la mediación del gran Otro” (el orden simbólico) (p. 62).Por eso, el sujeto cubre el vacío mediante la saturación: “lo que está haciendo (Westphalen) es cubrir obsesivamente el vacío que podría revelar su falta, sin embargo, aun así podemos notar que no logra su cometido” (p. 63). Víctor Vich aborda “Un árbol se eleva…”, poema de Las ínsulas extrañas, y parte de la noción lacaniana de goce para afirmar que este último constituye una vivencia de satisfacción que, no obstante, se convierte en intolerable y ello conduce a la desintegración. Marita Hamann percibe el triunfo de lo simbólico sobre lo real en la poesía de Westphalen, hecho que se manifiesta en el silencio “que instala un vacío que hace posible otra experiencia con la palabra y con el cuerpo” (p. 88). César Arenas plantea lazos entre la mística de San Juan de la Cruz y Las ínsulas extrañas de Westphalen observando el compromiso místico que lleva a la vía unitiva en “Llueve por tanto…” Al margen de las tres perspectivas antes mencionadas, hay dos ensayos también interesantes: uno de Gladys Flores, quien indaga por la develación del humor del cuerpo en Cuál es la risa y otro de Raúl Jurado que examina la ensayística de Westphalen y la manera como el poeta rechazaba la crítica oficial, encarnada, sobre todo, por Luis Alberto Sánchez. Westphalen centenario constituye un aporte imprescindible para el estudio de la obra del célebre poeta vanguardista peruano porque abre disímiles enfoques al análisis de su complejo pero cautivante universo simbólico, pues como decía Westphalen:"Me he callado porque solo el silencio pone más cerca los labios/ Porque sólo el silencio sabe detener a la muerte en los umbrales/ Porque sólo el silencio sabe darse a la muerte sin reservas".