lunes, abril 13, 2009

LECTURA DE LA NARRATIVA DE EDUARDO GONZALEZ VIAÑA O EL CORREO DE SARITA COLONIA O UN E-MAIL A LA CANTUTA




Raúl Jurado Párraga
Universidad Nacional de Educación

Estos tiempos modernos llenos de incertidumbre y aceleradas formas de comunicación. Digo tiempos y, no tiempo en singular pensando en los instantes fugaces que nos asiste como sujetos que se asombran hasta el infinito ante la llamada post modernidad abigarrada de cabinas de Internet y toda la performance que ahí sucede. En todo caso, es ahí donde uno comienza a entender lo que fue la aldea Gutemberg y como ésta, dio pase a la incierta galaxia Bill Gates en la cual nos movemos y que certeramente González Viaña ha reconocido como una diosa fantasma que recorre el planeta con una urgencia y movilidad que asusta. Pero en el otro lado, donde nuestro asombro no se reduce a un ordenador si no a pequeñas felicidades casi siempre se nos aparece un libro como elemento salvador para hacernos sentir humanos. Aquel pequeño objeto de letras como patitas de mosca nos muestra otro universo. Podría decir que el libro en ese espacio “privado” que construimos como lectores y esta nos muestra como un escudo de la memoria que nos recuerda que existe otro que nos está hablando o nos quiere hablar. Justamente leyendo esos artefactos gráficos cayó a mis manos un sugerente libro bajo el título de: Correo del milenio que di vuelta con sabrosa paciencia. Fui tocado en ese pequeño espacio que da la lectura ya en la casa, en el viaje de dos horas a más dentro de un destartalo microbús o a veces en el trabajo rutinario por una serie de artículos de un escritor maduro que respondía a ser el mismo autor que había tenido la suerte de leer con anterioridad.
Mi primer contacto con Eduardo González Viaña surgió cuando leí su novela: Sarita Colonia Viene Volando ( Mosca azul Editores, 2da edición 1990) libro auspiciado por Concytec cuya primera edición daba paso a una segunda edición en menos de un mes. Es decir, Sarita Colonia santa popular de rostro mestizado realizaba un milagro editorial en un país como el nuestro donde estos hechos son sorprendentes. A la fecha tengo noticias que Petroperú acaba de editar una tercera edición de esta novela. Lo que me llamó la atención de este narrador y ésta original novela es la recreación de la vida de un santa milagrosa que responde a la señas de Sarita Colonia cuya marginalidad y su no aceptación canónica por parte de la Iglesia no ha impedido su expansión y crecimiento en el imaginario religioso urbano. Santidad y culto que no se ha circunscrito a los primeros fieles apostados en el Cementerio Baquijano y Carrillo del Callao sino, que su presencia y ampliación de fe se ha ampliado a nivel nacional e internacional. Sarita Colonia forma parte de una serie de santas y santos populares que se convierten en referentes importantes para toda suerte de trabajos sociológicos, históricos, antropológicos, religiosos, pictóricos y literarios. Y es, en ese camino donde la documentada historia da paso a la ficción para darnos una novela como Sarita Colonia Viene Volando que fue elogiada por estudiosos de la talla de Antonio Cornejo Polar, Roland Forgues, Tomas Gustavo Escajadillo, Alberto Escobar, etc.
La imagen de Sarita Colonia ha motivado trabajos diversos entre las que puedo citar a una crónica sugerente de Fernando Ampuero en su libro: Gato Encerrado y en la parte plástica la propuesta del grupo Huayco quienes utilizando una cantidad enorme de latas de leche gloria pintaron un impresionante rostro de la santa camino al sur sobre un inmenso arenal de la cual existen testimonios fotográficos. Pero dónde adquiere un tratamiento singular es en la novela de Eduardo González Viaña (Pacasmayo, 1941) (aunque José Antonio Bravo en Documentos de literatura # 4 Narradores peruana de los sesentas, 1994 señala a nuestro autor como nacido en Chepén.). Pero volviendo a mi impresión y mi contacto como lector debo señalar que la novela iconiza no sólo la imagen de una adolescente cuya vida se pierde en la visión mítica de los creyentes sino, que a través de un sostenido contrapunto humaniza su figura. La novela recrea la vida familiar de la adolescente en Huaraz y su posterior proceso de migrancia familiar. Existe una mirada de la soledad que invade a la familia Colonia Zambrano que pasan mil penurias en la piel de la urbe que vorazmente los termina por devorar. El narrador hábilmente teje dos espacios dicotómicos el campo (Huaraz) y la ciudad (Lima) que le sirven como universos que se muestran a la vez como espacios complementarios para hacer posible el surgimiento de la leyenda de la santidad. Estamos frente a una novela cuyo espacio mítico se mueve en lo real maravilloso. No existe una filiación realista sino, que ésta se hace imperceptible gracias a la vigorosidad de la prosa poética con el uso de una reconstrucción de la memoria que hace que lo humano transite en pos de lo místico. Un rol fundamental para lograr en la novela este hecho se da partir de la posición polifónica del narrador que a partir de una serie de discursos de carácter testimonial va construyendo el lado simbólico del culto o religiosidad de esta naciente santa popular. Hay que apuntar por otro lado, el tratamiento coloquial que se nota a lo largo de la sostenida narratividad de la historia para hacer desfilar a personajes como Juan Burro, Saúl Grados, Eleodoro Vargas, Hugo Orellana, El embajador de Quiquijana, Amadeo Colonia, doña Rosalía, Mercedes Ibáñez, Hipólito, El padre Javier Badillo, Dimás Fernández, etc. Algunos de ellos no sólo son personajes sino seres de carne y hueso que a partir de la magia de la palabra se convierten en “otros” homenajeados como guiños a la amistad pero que en la novela adquieren su propia grandeza. La novela por otro lado, jerarquiza planos de la historia que van desde la visión tierna de la infancia, la niñez bulliciosa, la juventud sufrida, los milagros, las apariciones, la movilidad de la fe, la lucha, la migración que actúan como tematizaciones dentro del gran lienzo argumental. Lugar aparte es la referencia a personajes históricos como Luis Pardo o a imágenes del lar nativo. Lugar especial ocupa en la fabulación la tragedia limeña de Sarita, su delgadez, su palidez, su paseo fantasmal en la casa donde presta servicios y su muerte que lo iconiza como santa ante los marginales (choferes, delincuentes, domesticas, prostitutas individuos que permiten ampliar su imagen y figura milagrosa frente a otros estamentos de nuestra compleja sociedad). La novela es rica en estructura y riqueza alegórica y ahí creo reside su actualidad. Hay que recordar que un país como el nuestro necesita inventar ventanas de fe y es ahí donde nacen los santos o iconos que se prenden como estampitas de libertad para seguir viviendo. (al respecto existen trabajos sugerentes sobre religiosidad urbano andina en textos Luis Millones, María Rostworoski, Rosina Valcárcel, Manuel Marzal, Gustavo Gutiérrez, entre otros estudiosos).
Eduardo Gonzáles Viaña es un escritor plural que no sólo ha tejido una novela como Sarita Colonia Viene Volando que se puebla de fantasmas, leyendas, magia, santidad. La novela podría leerse si se quisiese como un documento sociológico. Pero resulta más gratificante leer como una novela. González Viaña aparte de ser novelista también es un excelente cuentista y un ponderado articulista tal como se puede leer en tres libros Correo de Salem, Correo del Milenio y Sueños de América. Hay que recordar que en la novela ¡Habla, San Pedro: llama los brujos! (1979) González Viaña había ensayado un trabajo novedoso que en palabras de Ricardo González Vigil resultaba un testimonio- novela- poema que a mi parecer es la raíz que da pie a la ya analizada Sarita Colonia. Debo apuntar que González Viaña posee otros trabajos entre los que podemos citar a : Los peces muertos (1964) Batalla de Felipe en la Casa de palomas ( 1969) ( Libro de relatos que motivó que su autor con sólo 26 años de edad recibiera el Premio Nacional de Fomento a la Cultura) Identificación de David (1974) ( Novela premiada con el primer premio “novela universo 1973) El Tiempo del Amor (1984) Correo de Salem ( 1998), Correo del Milenio (1999) La muerte se confiesa (2003).
Para terminar quisiera señalar que González Viaña en un ejemplar trabajo de consolidación como académico de una prestigiosa Universidad Norteamericana ha conseguido una presencia importante en el canon literario internacional. Pero más importante es su logro como escritor que nos ha regalado textos memorables en sus Correos de Salem. Y en su último libro de sueños americanos. Textos que a los lectores de a pie y profesores de este mundo nos sirve como lecciones para entender que el fin del fin ya ha comenzado con la modernidad, la globalización, la maquinización del mundo, las guerras, etc. Pero, a la vez nos sirve para decir que sentimos su mirada de afuera hacia adentro con ese tono apocalíptico o de cuestionador reflexivo, a veces irónico, tierno y muchas veces escritos con nostálgica por ejemplo aquellos textos donde recuerda la patria chica Pacasmayo, Chepén, Cajamarca o más profundo y personal cuando la memoria le sirve para rescatar la patria que se pega en el corazón y encuentra en la escritura la posibilidad de recordar a los amigos, la familia, los lugares o tan sólo hacernos sentir como él mismo dice animales que recuerdan porque “… el hombre es ojos, nariz, orejas, fauces y garras que se dirigen hacia el recuerdo, y por eso, observa, husmea, presiente, se impulsa, salta y acomete en busca de todo lo que pueda recordar algo que no sabe qué es, una naturaleza diferente tal vez, otro mundo quizás, o una palabra de pase que no sabe no cómo ni donde ni cuando se le ha perdido.”

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