viernes, noviembre 25, 2011


La poesía es una actividad indefinible y perdurable en la voz de los poetas. De ahí que aún se siga escribiendo, publicando y circulando en los lectores. La poesía aquel armazón de palabras que rodeadas de la sabiduría de las musas Polimnia, Erato, Calíope sigue naciendo, creciendo y muriendo. La poesía  cada día encierra a los poetas y sus poemas. Hay tantos poetas y tan poca poesía auténtica que a veces preferimos leer el cielo que nos alumbra. A veces llegan algunos libros de poetas amigos  y estos poemarios alegran nuestras tardes limeñas que a veces se llena de gallinazos abúlicos. Para qué escribir poesía en estos tiempos. Para qué publicar en estos tiempos. Para qué perseguir la poesía vanamente y no dejar que ella nos invada con su sabiduría silenciosamente. Acaso no han hecho caso al consejo del viejo Erza Pound que decía: “Déjese de hacer versos amiguito; con eso no se saca nada”. Pero los jóvenes poetas persisten y algunos  escriben y escriben poemas absurdos, otros escriben y no leen su tradición, otros publican y publican, otros se antologan y antologan a sus patas, otros que son los más creen que escriben poesía y nos se han dado cuenta que han nacido muertos. En fin lo que no se debe permitir es la mediocridad en los poetas decía Andrés Bello.
Pero a qué viene el comentario anterior quizás a pensar en voz alta la manera como se construye “el canon poético limense” no digo nacional por qué es mucho decir. Los poetas ¡ay los verdaderos poetas! Son póstumos. No siempre los “autoconocidos” “autoranquedaos”, “autoafirmados” , “apadrinados”, “archipublicados”, “marqueteados” en festivales de poesía, en premios, en eventos, quedan. Recuerden a Carlos Oquendo, a César Vallejo, a Gamaliel Churata, al propio Arguedas  ellos en su tiempo eran ninguneados, vejados críticamente pero ya ven han trascendido a tres críticos insobornables Drummon de Andrade dixi: han vencido al tiempo, la polilla y la humedad. Los poetas verdaderos nos hacen bulla, no bailan a la luz de las cámaras, a la luz de los periódicos. Ellos son parte del laberinto de la autenticidad poética cuyos textos crecen lozanos por los siglos de los siglos amén.

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