Uno camina, respira y de pronto
se enturbia el aire. Un amigo ha dejado su recuerdo escrito en un café frío. A
lo lejos el ojo se descose y una lágrima escribe su nombre sobre el lomo de un viejo cuervo. Me pediste un trabajo sobre José María Eguren que nunca comencé. Te vi
tan animado esas tardes de diciembre que hablamos de lo que más amabas de: libros, poetas, sueños y de chismes literarios. Son testigos la
mesa vieja y la silla rota de ese bar. Conversamos de nuestra familia, de tu
compañera Charito y de tu hijo el pequeño “Goku” como lo llamaba. Tú solo reias. Recordamos a Neón. Tú habías
sido parte de ese grupo de poetas noventeros. Te quejaste del "autobombo" de algunos compañeros de ruta pero hoy estas al
lado, de Juan Vega, Carlos Oliva aquellos poetas de luz que te han guardado un
sitio en el parnaso eterno de la poesía. Hoy me cuesta creer que la vida se
deje ganar por esa vieja de calaveroso corazón que se lleva a la gente buena. Te
habrán llorado hasta la médula Jorge Ita,
Gustavo Armijos,
César Toro a pesar de sus fantasmas. Los horazerianos Pimentel, Tulio, Angelito. Cuantos más, habrán arrugado su corazón por tu partida. Cuantos amigos poetas, cuantos
más que conocieron tu sencillez habrán chillado en tu nombre. Aún
recuerdo esa tarde en Quilca conversando con Josdán. Estabas ahí, con tu
anteojos redondos como tus palabras. Siento tus pasos acompañándome a tomar mi colectivo. Ahora que camino por Wilsón con Colmena me acompañas. Hoy me raya no haber
estado en tu velorio o en la ceremonia cuando la tierra cubría tu cuerpo. Todo
por no revisar el mail. Pero tú sabes que anudaba mi tiempo en otras cosas. La verdad la pena me viste hoy desde el árbol despeinado y quebrado hasta las mismas calles sucias del cercado que aplanábamos cada vez, que nos encontrábamos.
Hoy quiero recordar tu poesía que debe
ser reivindicada desde la lectura. Eras un buen poeta en el silencio, en el
perfil bajo. Eres un poeta. Habías publicado varios poemarios pero en este país los poetas silenciosos son
anulados. Somos necrofílicos para la críttica valorativa. Pero quedamos tus amigos para difundir tu trabajo que se “levanta
invicto como una ola/y toma fuerza y chapuzón con destellos y algas,/ embriaga
las estatuas del puerto/derrite la sal de los muelles/inquieta el lento decir
de las barcazas, /se columpia el cristal/ en la tempestad de la lluvia/semeja
un ojo, una gema, una piedra/ sideral y sólida transparencia. Ya vez, tu poesía es tu herencia. Ahí permanecerás
por siempre. Me voy despidiendo Miguel
A. Guzmán me espera un vaso de vino con tu nombre en casa a
pesar que sé que se blanqueará mi vaso con la lluvia caído de mis palabras. Hasta
siempre amigo. (en la foto: Kent Oré, Angel Garrido, R.Jurado, Jorge Pimentel, Miguel A. Guzmán y Dalmacia Ruiz Rosas)
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