La
poesía es una actividad indefinible y perdurable en la voz de algunos poetas.
Nadie sabe que quedará de lo que uno escribe solo el tiempo. No basta publicar
a cada instante y automarquetearse. Dejad que la poesía bien escrita y la mal
escrita se diluya. Pero que motiva que aún se siga escribiendo, publicando
poesía a pesar que demasiados libros va perdiéndose sin hallar lectores. La poesía
aquel armazón de palabras que rodeadas de la sabiduría de las musas Polimnia,
Erato, Calíope sigue naciendo, creciendo y muriendo es terca en la escritura de
los “poetas” enjaulados en los bares. La poesía
cada día encierra a los poetas y acribilla sus poemas. Hay tantos poetas
y tan poca poesía auténtica que a veces, preferimos leer el cielo que nos
alumbra. A veces llegan algunos libros de poetas amigos y estos poemarios alegran nuestras tardes
limeñas. Pero a veces “no hay poesía”
pero si buenas intenciones que nuestra mesa se llena de negros gallinazos abúlicos
convertidos en seudopoemas. ¿Entonces para qué escribir poesía en estos tiempos?.
¿Para qué publicar en estos tiempos?. Para qué perseguir la poesía vanamente y
no dejar que ella nos invada con su sabiduría silenciosamente. Acaso no han reflexinado
algunos “jóvenes poetas” en el consejo del viejo Erza Pound que decía: “Déjese
de hacer versos amiguito; con eso no se saca nada”. Pero los jóvenes poetas
persisten y persisten. Incluso algunos escriben y escriben poemas absurdos.Otros
escriben y no saben leer la tradición
que los abruma.Otros publican y publican. Otros que son los de siempre se
antologan y antologan a sus patas. Otros más osados creen que escriben poesía y
nos se han dado cuenta que han nacido muertos. En fin lo que no se debe
permitir en poesía es la mediocridad en los poetas decía Andrés Bello. Idea
justa en estos días donde la poesía está ahí esperando la sabiduría, la
lectura, la distancia, la meditación y la serenidad de no correr en publicar y
publicar.
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