lunes, enero 02, 2012

BORIS ESPEZÚA SALMÓN Y SU LIBRO: GAMALIEL Y EL ORÁCULO DEL AGUA

BORIS ESPEZUA SALMON (Juli- Puno  1960)
Estudió Derecho en la UNMSM y Educación en la UNE – Cantuta. Abogado de profesión, Licenciado en Educación en la especialidad de Literatura; publicó inicialmente su libro: Sentimiento en camino, (Puno – 1978) más adelante  dio a conocer: A través del ojo de un hueso (1988); Tránsito de Amautas y otros poemas (1990); Alba del Pez herido (2000) y Tiempo de cernícalo (2002). Obtuvo el Primer Premio en el II Concurso Regional de Poesía Cesar Vallejo 1993, organizado por ADLA “ELEGÍA” – Juliaca.
Fue finalista en el Concurso de Poesía COPÉ en los años 1995 y 1996. Espezúa  y finalmente logró el Premio Copé de Oro (1er permio en poesía)  en la XIV Bienal de Poesía “ Premio Copé Internacional 2009”  con su libro: Gamaliel y el oráculo del agua. Libro que demuestra la destreza y valía de sus poética. Walter Bedregal señala que la obra del poeta “… está inmersa en la desprivatización de la obra literaria, es decir en la fractalidad poética. La andinidad de sus versos aflora con un ritmo pausado que a veces tienden a denunciar a un Vallejo, aquel de las lecturas filosóficas del danés Kierkegaard, tal vez lo que une a Boris con toda la poesía puneña, desde el autor de los 5 metros.”  Pero no sólo se da ese hecho sino que en su libro sobre Gamaliel y el oráculo del agua Boris Espezúa  amplía su mirada hacia la “andinidad”, hacía una forma de pensar desde el gran lago, de rescatar la historia, la filosofía del mundo aymara, un homenaje  intertextual al Pez de Oro de Gamaliel Churata, una forma de afirmación de nuestras raíces ancestrales. Boris  Espezúa nos ha regalado un espacio poético que germina desde los orígenes y hace crecer sus versos en la ruta de la modernidad. El poemario nos lleva de la mano por la historia de Orkopata, de la bohemia andina. Existe la necesidad del “registro cultural” de la cosmopolitización cultural puneña. El libro recorre en su registro el estatuto  de la memoria de los hombres anónimos, el espacio de la oralidad ancestral  permite la recreación  de un proyecto ideo-estética de una autonomía poética. Se  fusionan los planos de la vanguardia poética con el hallazgo de una identidad cosmogónica donde lo tradicional da paso a la mitología, a la religiosidad, a la germinación del “gran pez de oro” que guía la voz del poeta. El oráculo es la voz  mitico-filosófica que desde el poema, desde los versos van construyendo una gran unidad terrígena y simbólica de gran literatura andina. “ Hace mucho tiempo el Altiplano estuvo  cubierto con agua uránica y desde su cúspide emanaba abundante líquido benéfico y purificador” ( (pág 17) Es el agua el símbolo de la fundación , el espacio genésico de la vida y  la muerte. Es la tradición de la historia, es la utopía de lo que vendrá: “ esta agua renovada traerá los partos sagrados permanentes y los demiurgos anunciados por el oráculo del agua” (pág. 19) Lo cósmico da paso a vida en movimiento donde la fauna y flora son signos de lo vital. Le leche de los sagrado y lo mítico dan paso a la imagen del “pezón de la tierra”  es la  fuerza nutricia del lago, el regalo de la Pachamama, el barro divino que junto a la llama del Inti hacen nacer la raza: “Nací para no rodar en el  martirio de mi raza y no embriagarme con la tristeza” (pág. 32) El libro funciona como un gran rollo genésico, genealógico,  pergamino que se va escribiendo con insectos, aves, mamíferos, felinos y junto a ellos los dioses y los hombres. El poemario apuesta por una presencia discursiva múltiple por ahí la historia cultural (La Escuela 881, pág. 41, La Bohemia andina, pág 49, el grupo Orkopta, pág 57, Boletín Titikaka, pág 67 ) la historia particular de los intelectuales ( José Antonio Encinas, Gamaliel Churata, Etc) el discurso simbólico sustentado en “vocear el contenido de la filosofía contenida en el Pez de Oro”, la recreación de la vida en el Altiplano de Brunilda y Teófanes como marca de la vida bullente,  mención aparte es el espacio discursivo mítico donde el Zorro de arriba grafica su historia y la historia de los otros. Boris Espezúa desde sus libros anteriores ha  construido un gran mosaico del mundo mágico Peruano –Aymara-identitario de nuestra raíz, de nuestra germinación autóctona. Una voz poética vigorosa, una poesía llena de simbología que debe esperar lecturas sostenidas en el futuro.  Estamos con este libro frente a un gran poeta cuya sencillez amical es la vez una  gran lección de la palabra hecha poesía.
“Recuerdo que aprendí en mi niñez a dejar hilachas de saliva en el campo cuando me asediaban las aves negras y el silencio en los arroyos del Altiplano, donde hacía círculos concéntricos para unir a toda la naturaleza y pedir que se alejen  de mí. Con sal en los bolsillos cogía las culebras hasta sacarles el pellejo y comía su carne blanca para tener el valor de enterrar al viento con la danza de los zorrinos, para que al orinar no me dejen su olor por largos meses y más bien oigan las lágrimas de los látigos dormidos. Por eso siempre tuve fe en los presagios, en los pájaros que son los últimos  en despedir la aurora, porque son los conjuradores de los verdaderos cambios. De allí tuve la certeza que el polvo reunido en la mano de todo lo que fue ocultado por la piedra, algún día retumbaría en su puño”  ( De: Gamaliel y el oráculo del agua. Pág. 128)






EL SOL Y EL VIENTO NOS CONVOCAN
                             ALREDEDOR DE UNA KANTUTA
EL AGUA ES UNA METÁFORA DEL DÍA
                           MEJOR AÚN SI SU PULSIÓN
                          RESPLANDECE LOS JARDINES.

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