Raúl Jurado Párraga
“Leer bien es uno de los mayores placeres que puede proporcionar la soledad, porque, al menos en mi experiencia es el placer más curativo. Le devuelve a uno la otredad, sea la de uno mismo, la de los amigos o las de quienes pueden llegarlo a serlo” Manifiesta Harold Bloom en su libro: Como leer y por qué. Y realmente la lectura se convierte en un placer intenso y único que uno termina a veces ardiendo con las palabras en la boca y con un bullente signo en el cerebro que nos ha permitido aprehender la soledad y la sabiduría de otro gigante que nos ha entregado un universo de ideas en letras, oraciones, párrafos en forma de un texto. Además la lectura es un placer curativo para el cerebro. Una forma de saberse más humano a pesar que hemos nacido con humanidad. Leer es no dejarse ganar por la soledad o la abulia es saber sabio, es reír, llorar o emocionarse con un libro ese objeto que otros como nosotros hace tiempo han dejado de profanarlo, es decir leerlo. Esta demás repetir la letanía que se lee poco, que nuestro nivel de comprensión es cada día más aterrador y paupérrimo, que no hay forma de incentivar lectores a pesar de maratones de lectura o promociones en escuelas, universidades etc. Y bla, bla, bla... hay que hacer algo para letrar a los otros etc, etc. Tanto así, que cada día salen al mercado especialistas en comprensión lectora a dar seminarios, capacitaciones, cursos o editan sendos manuales con dicho tema. Pero ahí, queda el esfuerzo. Otros más osados piensan que en internet esta la suma del conocimiento y la información actual. Y los libros pobrecitos ellos ya son parte de la arqueología de la memoria. Discusión entre lectores clásicos y primitivos de libros y de lectores electrónicos posmodernos salvajes. Leer en pantalla un hipertexto, leer la atomización de la información es lo nuevo. Pero yo me quedo aún, en la lectura placentera de un libro en la mano que lo puedo leer en los viajes. Como ahora en la combi. Leer a solas con placer y en soledad a pesar que estas acompañado de otros pasajeros que miran por la ventanas. A pesar, que estas sentado cuatro horas diarias entre Lima –Chosica y viceversa.
Julio Ramón Ribeyro contaba la siguiente anécdota: “ Alfredo Gonzáles Prada cuenta que su padre , don Manuel sentía por los libros un respeto casi religioso, al extremo que era incapaz de subrayarlos o de trazar notas marginales. Se contentaba con redactar largas tiras de comentarios que añadía cuidadosamente al final de cada libro que había leído. Todo ello indica que don Manuel no amaba a los libros, sino que era un “respetuoso” lector.” Pero al menos, era un respetuoso lector de los que ya no quedan. Pero lo que se quiere es que la gente se convierta en un amante de la lectura cualquiera sea su formato. Se convierta en un lector voraz y permanente. Tarea nada fácil si no se tiene presente lo que alguna vez, dijo Erasmo de Rótterdam: “Si tuviera un poco de plata me compraría libros y si me sobrara algo comería” Pero en estos tiempos de hambre físico y en condiciones salariales de profesor universitario quien quiere apostar a leer sino lo necesario para hacer las clases dirán algunos. En todo caso, los textos esperan a los atrevidos por que salvo el saber lo demás es ilusión. Perdonen los políticos por haberles cambiado el poder que tanto les encanta por el saber. F. Bacón dixi: El poder es saber.
La lectura. Es un proceso de suma complejidad que supone: reconocer, organizar, predecir, contrastar, recrear, evaluar, comprender, interpretar un texto. Vivir es leer el mundo. Toda proceso de lectura deja huella. Uno no es el mismo (no debería serlo) después de cada lectura. Ya en el territorio del texto, un lector es un ser activo porque el texto no lo da todo solo al abrirlo. Hay que olfatear, acariciar el texto y luego iniciar la lectura. Ojo cerebro en acción. Se leen textos no libros. La lectura debe asociarse con el concepto de texto. Es necesaria esta aclaración por que muchos “especialistas” sólo vinculan el hecho de la lectura asociada a la idea del libro. De no ampliar nuestro registro sobre el texto y quedarnos sólo con el libro estaríamos perdiendo la posibilidad de leer otros tipos de textos que aparecen en los medios de información (ordenadores, letreros, periódicos, imágenes etc) o la de algunas manifestaciones artísticas y culturales. Se puede leer incluso el tiempo, los saludos, la moda o cualquier manifestación humana. ¿Acaso, la semiótica no se ha convertido en la ciencia que permite leer los signos y explicarlas? El libro quizás por lo que representa es el espacio más valioso vinculado al acto de la lectura. El libro cualquiera sea su textura, tamaño, y contenido invita a imaginar, a explorar el mundo, apropiarse de las claves que ha dejado el “otro” el sujeto de escritura para encontrar nuestras propias respuestas que nos dará una lectura bien realizada. Quien lee un libro acaso, se inunde de un universo de ideas y acabe marcado con el estigma de lector en estos tiempos digitales que también ha creado su propio universo de hipertexto.
La lectura es un proceso de interacción entre lector y texto en un determinado contexto. La lectura es un proceso mediante el cual el emisor intenta satisfacer sus objetivos en un lector potencial. Un lector termina adueñándose del universo y esto provoca que el lector cure su soledad y a la vez, crecerá en conocimiento.
Lo que importa en la lectura para algunos estudiosos del acto lector es comprender la denominación de las palabras y esto da como resultado la decodificación de los textos. (Fries, 1962) hecho funesto ya que mecaniza a los alumnos. Se utilizaban preguntas para lograr respuestas literales. Con esta forma de lectura inicial se desplaza la verdadera comprensión y valoración del texto en su totalidad. La lectura no puede ser un acto memorístico porque creer que la lectura se puede hacer así, estaremos frente a un acto de lectura ineficiente que sólo nos permitirá leer significados en un nivel superficial pero no podremos realizar un proceso de metalectura. Es decir, leer es ir más allá del texto lo cual nos obliga a razonar, asociar, complementar e indagar lo que tiene y no tiene un texto.
La comprensión lectora es un proceso a través del cual el lector elabora un significado en su intención con el texto (Anderson y Pearson, 1984) El lector es un agente vivo, un usurpador del conocimiento, un censor a veces crítico duro con su propia lectura. No se puede hacer juicios de valor frente a lo que se lee parcialmente o lo que se lee superficialmente. No puedo ser censor de lo que conozco a medias. Ya que daría paso a un proceso de ideologización y manifestar que no se lee tal texto porque esta escrito por un reaccionario o un burgués. O algún otro pretexto para justificar la mediocridad de nuestra lectura. El lector debe convertirse en un amante de los libros tal como quería Julio Ramón Ribeyro. Frente al respetuoso lector debe aparecer con nitidez la figura del lector amante de los libros. No un bibliomano, ni un bibliófilo, ni menos un bibliólatra sino simple y llanamente un lector gustoso y goloso.
La calidad lectora se incrementa en proporción directa con la práctica. A más ejercicio lector mayor capacidad cognitiva. La lectura es un proceso que se manifiesta como una confrontación crítica con el material y con las ideas del autor. Los libros (más aún los buenos libros) no contienen un mensaje unidireccional, sino que producen significaciones múltiples. Cada lector en esa experiencia personal dibuja su espacio comprensivo. Cada lector muestra su compromiso con lo que lee, con lo que procesa, con lo que deglute, con lo que saborea, con lo que le queda del texto después de haber leído página tras página un libro. Es en la lectura donde intervienen con intensidad todos los sentidos. Hay que recordar que el libro en un estante cerrado es un organismo muerto que sólo logrará vida en el acto de la lectura. Y en ese acto indefinible la comprensión de sus claves internas.
A veces estamos obligados a destripar el texto, antes que leer a medias. Para leer bien como quiere Bloom hay que abordarlo como territorio atractivo de mensajes. El texto a leerse no debe convertirse en un artefacto para practicar la gramática o la ortografía, ya que en lugar de servir de guía de saber se convertiría en formas de salir del texto. El profesor no debería ser un transmisor de saberes de lectura, sino un impulsador de la misma. El libro y su contenido (texto) no debe ser el espacio para que el que guía la lectura te diga de que trata el texto, quienes son los personajes que accionan la historia, cual es su estructura, sus acciones, su lenguaje, cual es us temática, que tipo de texto es, etc. Sino, que la lectura debe procurar ser el acta fundacional del lector frente al conocimiento.
La lectura es una experiencia privada. Una experiencia de lectura no se parece a otra, el lector inventa un texto invisible; infinitos lectores inventan infinitos textos invisibles. Umberto Eco señala que “el texto contemporáneo se ofrece como una obra abierta, el lector la recrea con su lectura mediante una comunicación emotiva. Es decir, interpreta libremente según los sentimientos que la lectura le provoca”
El texto literario no se agota en sí mismo, sino que pone en circulación el deseo del receptor. De aquí, el placer del texto. De igual manera otros tipos de textos ponen en acción otros tipos de recepción.
El acto de leer es un proceso que abarca múltiples niveles que contribuye al desarrollo de la mente. La transformación de los símbolos gráficos en conceptos intelectuales exige una intensa actividad del cerebro, que distingue, almacena, procesa y el resultado es un singular entrenamiento cognitivo que sobrepasa la simple recepción del mismo. Este acto liminar es la tan ansiada compresión lectora.
La lectura como proceso lector debe lograr como dice Jacques Lacan hacer que “la letra restituye, viene a tomar el lugar mismo de donde el deseo se ha retirado”. La lectura es una negociación entre el que escribe y el que lee. Pienso en un pacto del escritor con su lector y viceversa.
QUE SIGNIFICA COMPRENDER UN TEXTO
Según Teresa Colmer y Ana Campos
El significado de un texto no reside en la suma de significados de las palabras que lo componen, ni tan sólo coinciden con el significado literal del texto, ya que los significados se construyen los unos en relación a los otros.
La aceptación del significados de cada palabra depende de la frase donde aparece, por otro lado, el párrafo puede contener la idea central de un texto o construir un simple ejemplo según sus articulación en el discursos.
Un mensaje verbal jamás ofrece el total de la información, sino que el emisor lo construye simplemente con la información que juzga necesaria para que el receptor lo entienda suponiendo que hay muchas cosas que no hay que explicar.
Comprender un texto es ir más allá de la simple decodificación o el desciframiento de signos gráficos. Comprender es un acto de razonamiento hacia la construcción de una interpretación, de un mensaje escrito a partir de la información que proporciona el texto y los conocimientos previos que poseen los lectores. Para lograr este hecho el lector desarrolla ciertos factores operativizadores en su acto de lectura y estos serían a mi juicio los siguientes:
1.- Conocimiento del mundo.
2.- Conocimiento de la situación comunicativa.
3.- Conocimientos paralingüísticos
4.- Conocimiento del sistema de lectura y escritura
5.- Conocimientos textuales, estructura, cohesión , coherencia del texto.
6.- Manejos de métodos (si los desarrolla o aprende)
7.- Ritmos de lectura.
8.- Placer sobre la lectura
9.- Discriminación de lo que se lee.
10.- teoría sobre la lectura. (Optativo, pues se puede leer sin poseer ninguna teoría)
11.- procesos de relectura y aprovechamiento de lo leído.
Pero como afirmamos a lo largo de este breve trabajo, es el lector aquel sujeto de lectura quien hace las distinciones sobre el tipo de texto que lee. Y quien canoniza el texto con la cual logra un proceso clave en el acto de la comprensión lectora que es la identificación. No es lo mismo leer una novela, un poema que un artículo científico u otro tipo de texto. Así mismo, el lector se afirma en el placer, en el gusto o el disgusto por lo que lee y busca la explicación el por qué. Ahí, mismo se da el proceso de selección por la cual el lector afirma la parte o partes del porqué nos gustó o disgustó un texto. Una vez llegado a este nivel puedo afirmar que estoy analizando y sintetizando lo leído. Al final del proceso estoy en capacidad de valorar o enjuiciar el texto leído, a la vez, que lo integro como parte de mi lectura con la cual realizo la etapa final que es la evaluación e integración del texto. La comprensión lectora es una metalectura que parte del texto para generar la lectura de impacto, el proceso continuo de relectura, la lectura de análisis y finalmente la apropiación del texto o su interiorización como conocimiento. Todos estos procesos son realizados por el lector que a propósito de su actuación o performance en torno al texto puede también ser tipificado de varias formas a saber: Lector informado, lector implícito, lector lúdico. lector investigador, archilector, hipolector, hiperlector, Etc. Un estudio de los mismos puede consultarse en amplitud en Hans Jauss, Michael Riffaterre, Wolfang Iser, Humberto Eco, Etc. Especialmente los tratados de la teoría de la recepción.
Para culminar, el viaje porque ya estoy llegando a la estación 32 de la carretera central y me siento abrumado por haber pensado en voz alta mi preocupación por la lectura. Tanto placer he puesto en estas páginas al escribirlo por que no soy especialista de seminarios, de cursos de capacitación docente, no soy facilitador de comprensión lectora. Sólo soy un lector que ha leído el tiempo que me ha tocado vivir. Hay de aquellos que escuchan a los “especialistas” en comprensión lectora pobrecitos los que escuchan dos a cinco horas o una semana como leer y que técnica aplicar para leer mejor en un país donde cada día hay menos lectores. Sólo un consejo “temed al hombre de un sólo libro” reza el pensamiento de San Agustín estampado en la pared de la Biblioteca Central de la UNE. Teman a Dios pero más teman al “especialista” que ha leído un sólo libro y cree engañar al ojo del saber. Teman a los “especialistas” en lectura que aún no han cambiado de discurso. La lectura da placer y eso sólo lo saben los que leen para pensar.
Bibliografía Consultada
Bojorque Pazmiño, Miriam Eliana. Lectura y Procesos culturales ( el lenguaje en la construcción del ser humano) Bogota- Colombia. Cooperativa Editorial Magisterio, 2004.
Bloom, Harold. Como leer y por qué. Colombia. Editorial Norma, 2000.
Colomber, Teresa. La formación del lector literario. España. Editorial el árbol de la memoria. Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 1998.
De Zubiría Samper, Miguel. Teoría de la seis lecturas (mecanismos del aprendizaje semántico) 2 tomos. Santa Fé de Bogota, Fundación Alberto Merani Fondo de publicaciones Bernardo Herrera Merino,1995.
Eco, Humberto. Lector in fábula. Barcelona, Editorial Lumen, 1981
Palacios Sierra, Margarita, Chávez Pérez, Fidel y Roberto Domínguez Cáceres. Leer para pensar ( búsqueda y análisis de la información) México. Longman de México Editores S:A, 1995.
Ribeyro, Julio Ramón. La caza sutil. Lima. Editorial Milla Batres, 1975.
“Leer bien es uno de los mayores placeres que puede proporcionar la soledad, porque, al menos en mi experiencia es el placer más curativo. Le devuelve a uno la otredad, sea la de uno mismo, la de los amigos o las de quienes pueden llegarlo a serlo” Manifiesta Harold Bloom en su libro: Como leer y por qué. Y realmente la lectura se convierte en un placer intenso y único que uno termina a veces ardiendo con las palabras en la boca y con un bullente signo en el cerebro que nos ha permitido aprehender la soledad y la sabiduría de otro gigante que nos ha entregado un universo de ideas en letras, oraciones, párrafos en forma de un texto. Además la lectura es un placer curativo para el cerebro. Una forma de saberse más humano a pesar que hemos nacido con humanidad. Leer es no dejarse ganar por la soledad o la abulia es saber sabio, es reír, llorar o emocionarse con un libro ese objeto que otros como nosotros hace tiempo han dejado de profanarlo, es decir leerlo. Esta demás repetir la letanía que se lee poco, que nuestro nivel de comprensión es cada día más aterrador y paupérrimo, que no hay forma de incentivar lectores a pesar de maratones de lectura o promociones en escuelas, universidades etc. Y bla, bla, bla... hay que hacer algo para letrar a los otros etc, etc. Tanto así, que cada día salen al mercado especialistas en comprensión lectora a dar seminarios, capacitaciones, cursos o editan sendos manuales con dicho tema. Pero ahí, queda el esfuerzo. Otros más osados piensan que en internet esta la suma del conocimiento y la información actual. Y los libros pobrecitos ellos ya son parte de la arqueología de la memoria. Discusión entre lectores clásicos y primitivos de libros y de lectores electrónicos posmodernos salvajes. Leer en pantalla un hipertexto, leer la atomización de la información es lo nuevo. Pero yo me quedo aún, en la lectura placentera de un libro en la mano que lo puedo leer en los viajes. Como ahora en la combi. Leer a solas con placer y en soledad a pesar que estas acompañado de otros pasajeros que miran por la ventanas. A pesar, que estas sentado cuatro horas diarias entre Lima –Chosica y viceversa.
Julio Ramón Ribeyro contaba la siguiente anécdota: “ Alfredo Gonzáles Prada cuenta que su padre , don Manuel sentía por los libros un respeto casi religioso, al extremo que era incapaz de subrayarlos o de trazar notas marginales. Se contentaba con redactar largas tiras de comentarios que añadía cuidadosamente al final de cada libro que había leído. Todo ello indica que don Manuel no amaba a los libros, sino que era un “respetuoso” lector.” Pero al menos, era un respetuoso lector de los que ya no quedan. Pero lo que se quiere es que la gente se convierta en un amante de la lectura cualquiera sea su formato. Se convierta en un lector voraz y permanente. Tarea nada fácil si no se tiene presente lo que alguna vez, dijo Erasmo de Rótterdam: “Si tuviera un poco de plata me compraría libros y si me sobrara algo comería” Pero en estos tiempos de hambre físico y en condiciones salariales de profesor universitario quien quiere apostar a leer sino lo necesario para hacer las clases dirán algunos. En todo caso, los textos esperan a los atrevidos por que salvo el saber lo demás es ilusión. Perdonen los políticos por haberles cambiado el poder que tanto les encanta por el saber. F. Bacón dixi: El poder es saber.
La lectura. Es un proceso de suma complejidad que supone: reconocer, organizar, predecir, contrastar, recrear, evaluar, comprender, interpretar un texto. Vivir es leer el mundo. Toda proceso de lectura deja huella. Uno no es el mismo (no debería serlo) después de cada lectura. Ya en el territorio del texto, un lector es un ser activo porque el texto no lo da todo solo al abrirlo. Hay que olfatear, acariciar el texto y luego iniciar la lectura. Ojo cerebro en acción. Se leen textos no libros. La lectura debe asociarse con el concepto de texto. Es necesaria esta aclaración por que muchos “especialistas” sólo vinculan el hecho de la lectura asociada a la idea del libro. De no ampliar nuestro registro sobre el texto y quedarnos sólo con el libro estaríamos perdiendo la posibilidad de leer otros tipos de textos que aparecen en los medios de información (ordenadores, letreros, periódicos, imágenes etc) o la de algunas manifestaciones artísticas y culturales. Se puede leer incluso el tiempo, los saludos, la moda o cualquier manifestación humana. ¿Acaso, la semiótica no se ha convertido en la ciencia que permite leer los signos y explicarlas? El libro quizás por lo que representa es el espacio más valioso vinculado al acto de la lectura. El libro cualquiera sea su textura, tamaño, y contenido invita a imaginar, a explorar el mundo, apropiarse de las claves que ha dejado el “otro” el sujeto de escritura para encontrar nuestras propias respuestas que nos dará una lectura bien realizada. Quien lee un libro acaso, se inunde de un universo de ideas y acabe marcado con el estigma de lector en estos tiempos digitales que también ha creado su propio universo de hipertexto.
La lectura es un proceso de interacción entre lector y texto en un determinado contexto. La lectura es un proceso mediante el cual el emisor intenta satisfacer sus objetivos en un lector potencial. Un lector termina adueñándose del universo y esto provoca que el lector cure su soledad y a la vez, crecerá en conocimiento.
Lo que importa en la lectura para algunos estudiosos del acto lector es comprender la denominación de las palabras y esto da como resultado la decodificación de los textos. (Fries, 1962) hecho funesto ya que mecaniza a los alumnos. Se utilizaban preguntas para lograr respuestas literales. Con esta forma de lectura inicial se desplaza la verdadera comprensión y valoración del texto en su totalidad. La lectura no puede ser un acto memorístico porque creer que la lectura se puede hacer así, estaremos frente a un acto de lectura ineficiente que sólo nos permitirá leer significados en un nivel superficial pero no podremos realizar un proceso de metalectura. Es decir, leer es ir más allá del texto lo cual nos obliga a razonar, asociar, complementar e indagar lo que tiene y no tiene un texto.
La comprensión lectora es un proceso a través del cual el lector elabora un significado en su intención con el texto (Anderson y Pearson, 1984) El lector es un agente vivo, un usurpador del conocimiento, un censor a veces crítico duro con su propia lectura. No se puede hacer juicios de valor frente a lo que se lee parcialmente o lo que se lee superficialmente. No puedo ser censor de lo que conozco a medias. Ya que daría paso a un proceso de ideologización y manifestar que no se lee tal texto porque esta escrito por un reaccionario o un burgués. O algún otro pretexto para justificar la mediocridad de nuestra lectura. El lector debe convertirse en un amante de los libros tal como quería Julio Ramón Ribeyro. Frente al respetuoso lector debe aparecer con nitidez la figura del lector amante de los libros. No un bibliomano, ni un bibliófilo, ni menos un bibliólatra sino simple y llanamente un lector gustoso y goloso.
La calidad lectora se incrementa en proporción directa con la práctica. A más ejercicio lector mayor capacidad cognitiva. La lectura es un proceso que se manifiesta como una confrontación crítica con el material y con las ideas del autor. Los libros (más aún los buenos libros) no contienen un mensaje unidireccional, sino que producen significaciones múltiples. Cada lector en esa experiencia personal dibuja su espacio comprensivo. Cada lector muestra su compromiso con lo que lee, con lo que procesa, con lo que deglute, con lo que saborea, con lo que le queda del texto después de haber leído página tras página un libro. Es en la lectura donde intervienen con intensidad todos los sentidos. Hay que recordar que el libro en un estante cerrado es un organismo muerto que sólo logrará vida en el acto de la lectura. Y en ese acto indefinible la comprensión de sus claves internas.
A veces estamos obligados a destripar el texto, antes que leer a medias. Para leer bien como quiere Bloom hay que abordarlo como territorio atractivo de mensajes. El texto a leerse no debe convertirse en un artefacto para practicar la gramática o la ortografía, ya que en lugar de servir de guía de saber se convertiría en formas de salir del texto. El profesor no debería ser un transmisor de saberes de lectura, sino un impulsador de la misma. El libro y su contenido (texto) no debe ser el espacio para que el que guía la lectura te diga de que trata el texto, quienes son los personajes que accionan la historia, cual es su estructura, sus acciones, su lenguaje, cual es us temática, que tipo de texto es, etc. Sino, que la lectura debe procurar ser el acta fundacional del lector frente al conocimiento.
La lectura es una experiencia privada. Una experiencia de lectura no se parece a otra, el lector inventa un texto invisible; infinitos lectores inventan infinitos textos invisibles. Umberto Eco señala que “el texto contemporáneo se ofrece como una obra abierta, el lector la recrea con su lectura mediante una comunicación emotiva. Es decir, interpreta libremente según los sentimientos que la lectura le provoca”
El texto literario no se agota en sí mismo, sino que pone en circulación el deseo del receptor. De aquí, el placer del texto. De igual manera otros tipos de textos ponen en acción otros tipos de recepción.
El acto de leer es un proceso que abarca múltiples niveles que contribuye al desarrollo de la mente. La transformación de los símbolos gráficos en conceptos intelectuales exige una intensa actividad del cerebro, que distingue, almacena, procesa y el resultado es un singular entrenamiento cognitivo que sobrepasa la simple recepción del mismo. Este acto liminar es la tan ansiada compresión lectora.
La lectura como proceso lector debe lograr como dice Jacques Lacan hacer que “la letra restituye, viene a tomar el lugar mismo de donde el deseo se ha retirado”. La lectura es una negociación entre el que escribe y el que lee. Pienso en un pacto del escritor con su lector y viceversa.
QUE SIGNIFICA COMPRENDER UN TEXTO
Según Teresa Colmer y Ana Campos
El significado de un texto no reside en la suma de significados de las palabras que lo componen, ni tan sólo coinciden con el significado literal del texto, ya que los significados se construyen los unos en relación a los otros.
La aceptación del significados de cada palabra depende de la frase donde aparece, por otro lado, el párrafo puede contener la idea central de un texto o construir un simple ejemplo según sus articulación en el discursos.
Un mensaje verbal jamás ofrece el total de la información, sino que el emisor lo construye simplemente con la información que juzga necesaria para que el receptor lo entienda suponiendo que hay muchas cosas que no hay que explicar.
Comprender un texto es ir más allá de la simple decodificación o el desciframiento de signos gráficos. Comprender es un acto de razonamiento hacia la construcción de una interpretación, de un mensaje escrito a partir de la información que proporciona el texto y los conocimientos previos que poseen los lectores. Para lograr este hecho el lector desarrolla ciertos factores operativizadores en su acto de lectura y estos serían a mi juicio los siguientes:
1.- Conocimiento del mundo.
2.- Conocimiento de la situación comunicativa.
3.- Conocimientos paralingüísticos
4.- Conocimiento del sistema de lectura y escritura
5.- Conocimientos textuales, estructura, cohesión , coherencia del texto.
6.- Manejos de métodos (si los desarrolla o aprende)
7.- Ritmos de lectura.
8.- Placer sobre la lectura
9.- Discriminación de lo que se lee.
10.- teoría sobre la lectura. (Optativo, pues se puede leer sin poseer ninguna teoría)
11.- procesos de relectura y aprovechamiento de lo leído.
Pero como afirmamos a lo largo de este breve trabajo, es el lector aquel sujeto de lectura quien hace las distinciones sobre el tipo de texto que lee. Y quien canoniza el texto con la cual logra un proceso clave en el acto de la comprensión lectora que es la identificación. No es lo mismo leer una novela, un poema que un artículo científico u otro tipo de texto. Así mismo, el lector se afirma en el placer, en el gusto o el disgusto por lo que lee y busca la explicación el por qué. Ahí, mismo se da el proceso de selección por la cual el lector afirma la parte o partes del porqué nos gustó o disgustó un texto. Una vez llegado a este nivel puedo afirmar que estoy analizando y sintetizando lo leído. Al final del proceso estoy en capacidad de valorar o enjuiciar el texto leído, a la vez, que lo integro como parte de mi lectura con la cual realizo la etapa final que es la evaluación e integración del texto. La comprensión lectora es una metalectura que parte del texto para generar la lectura de impacto, el proceso continuo de relectura, la lectura de análisis y finalmente la apropiación del texto o su interiorización como conocimiento. Todos estos procesos son realizados por el lector que a propósito de su actuación o performance en torno al texto puede también ser tipificado de varias formas a saber: Lector informado, lector implícito, lector lúdico. lector investigador, archilector, hipolector, hiperlector, Etc. Un estudio de los mismos puede consultarse en amplitud en Hans Jauss, Michael Riffaterre, Wolfang Iser, Humberto Eco, Etc. Especialmente los tratados de la teoría de la recepción.
Para culminar, el viaje porque ya estoy llegando a la estación 32 de la carretera central y me siento abrumado por haber pensado en voz alta mi preocupación por la lectura. Tanto placer he puesto en estas páginas al escribirlo por que no soy especialista de seminarios, de cursos de capacitación docente, no soy facilitador de comprensión lectora. Sólo soy un lector que ha leído el tiempo que me ha tocado vivir. Hay de aquellos que escuchan a los “especialistas” en comprensión lectora pobrecitos los que escuchan dos a cinco horas o una semana como leer y que técnica aplicar para leer mejor en un país donde cada día hay menos lectores. Sólo un consejo “temed al hombre de un sólo libro” reza el pensamiento de San Agustín estampado en la pared de la Biblioteca Central de la UNE. Teman a Dios pero más teman al “especialista” que ha leído un sólo libro y cree engañar al ojo del saber. Teman a los “especialistas” en lectura que aún no han cambiado de discurso. La lectura da placer y eso sólo lo saben los que leen para pensar.
Bibliografía Consultada
Bojorque Pazmiño, Miriam Eliana. Lectura y Procesos culturales ( el lenguaje en la construcción del ser humano) Bogota- Colombia. Cooperativa Editorial Magisterio, 2004.
Bloom, Harold. Como leer y por qué. Colombia. Editorial Norma, 2000.
Colomber, Teresa. La formación del lector literario. España. Editorial el árbol de la memoria. Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 1998.
De Zubiría Samper, Miguel. Teoría de la seis lecturas (mecanismos del aprendizaje semántico) 2 tomos. Santa Fé de Bogota, Fundación Alberto Merani Fondo de publicaciones Bernardo Herrera Merino,1995.
Eco, Humberto. Lector in fábula. Barcelona, Editorial Lumen, 1981
Palacios Sierra, Margarita, Chávez Pérez, Fidel y Roberto Domínguez Cáceres. Leer para pensar ( búsqueda y análisis de la información) México. Longman de México Editores S:A, 1995.
Ribeyro, Julio Ramón. La caza sutil. Lima. Editorial Milla Batres, 1975.
1 comentario:
ES MUY RELEVANTE SU ANALISIS A CERCA DE LA LECTURA Y SOBRE TODO LO QUE PROMUEVE EN EL HOMBRE EN SU ESENCIA MISMA, LEER UN LIBRO O TEXTO DE ALGUNO ES POSEER GRANDEZA INFINITA DE TODAS LAS MARAVILLAS QUE SE TIENEN EN LA HUMANIDAD, FELICIDADES POR SU BLOCK ES VALIOSO SABER QUE EXISTEN PERSONAS QUE INCENTIVEN A OTROS POR SIQUIERA TOMAR O VER UN LIBRO POR EL SOLO GUSTO DE HACERLO.
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