Francisco Izquierdo Ríos nació el 29 de agosto de 1910 en Saposoa, provincia de Huallaga, Departamento de San Martín en la Selva Alta del Perú. Y falleció el 31 de julio de 1981. Estudió en el colegio San José de Moyobamba (hoy Serafín Filomeno) entre 1922 y 1926. Se trasladó, luego al Instituto Pedagógico Nacional de Lima, donde estudio entre los años 1927 y 1930, se hizo maestro de escuela. Siendo estudiante en el Instituto Pedagógico conoció a José Carlos Mariátegui colaborando con él en el dictado de cursos de cultura general en los sindicatos obreros de Lima y Vitarte. Más adelante se convirtió en Inspector de Educación cargo que lo llevó a ejercer un trabajo esforzado en diversas zonas de la selva y la sierra de nuestro país. Producto de esta vivencia se puede rastrear en su novela: Mateo Paiva el maestro (1968 o en sus libros: cuentos del tío Doroteo (1950) Cuentos de Adán Torres (1965) Shinti el viborero,(1967) Gregorillo (1954) Días oscuros (1950) En la tierra de lo árboles (1979) etc.
Arturo Ríos Ramírez en su blog sobre literatura amazónica inserta la siguiente anécdota: “ El día de su graduación hizo un singular auto de fe quemando en el patio del Instituto Pedagógico, delante de sus compañeros y profesores, las copias y apuntes de clase que consideró vacíos y obsoletos y se marchó de maestro rural a Soritor (prov. de moyobamba). Ejerció el magisterio con entereza y sin claudicaciones ni obsecuencias en los más apartados rincones de los Andes Nororientales. Luego, ocupó el cargo de Inspector de Educación y fue nombrado Jefe de Informaciones del Ministerio de Educación Pública y más tarde, jefe fundador de la Sección de Folklore y Artes populares de dicho ministerio. Posteriormente es designado jefe fundador del Departamento de Publicaciones de la Casa de la Cultura del Perú y luego, director de la Editorial del Instituto Nacional de Cultura; cargo en el que se jubila luego de más de cuarenta años de servicios al estado” Pero por que, recordar a Izquierdo acaso por haber mostrado la otra cara de ese Perú que algunos aún no nos atrevemos a reconocer. Es que acaso hoy que la selva llora acaso cobre actualidad estas líneas que transcribo de la novela señalada líneas arriba: “ En la selva, el paludismo, la anquilostomiasis, el pian , el “mal de ojos”, la desnutrición, agobian a las gentes “ (p 17) más adelante lo compara con lo que sucede también en la Sierra: “tanto en la Sierra como en la Selva, y aún en algunos sectores de la Costa , las epidemias causan masacres espantosas” ( p 18) así, a lo largo de su novela va mostrando cuadros de desamparo y abuso de parte del estado que no brinda servicios básicos de salud, educación, progreso sino que antepone la “masacre espantosa que se quiere negar de los hermanos selváticos” por eso Izquierdo en su novela para niños. En la tierra de los árboles dice: ¿Por qué lloras corazón?/ ¿Por qué estas triste corazón?/ Todo mal tiene remedio, / Sólo la muerte no tiene ( p. 104). Que la selva ni su gente se hagan visibles y no sean fantasmas nunca más por que ellos también son peruanos.
Arturo Ríos Ramírez en su blog sobre literatura amazónica inserta la siguiente anécdota: “ El día de su graduación hizo un singular auto de fe quemando en el patio del Instituto Pedagógico, delante de sus compañeros y profesores, las copias y apuntes de clase que consideró vacíos y obsoletos y se marchó de maestro rural a Soritor (prov. de moyobamba). Ejerció el magisterio con entereza y sin claudicaciones ni obsecuencias en los más apartados rincones de los Andes Nororientales. Luego, ocupó el cargo de Inspector de Educación y fue nombrado Jefe de Informaciones del Ministerio de Educación Pública y más tarde, jefe fundador de la Sección de Folklore y Artes populares de dicho ministerio. Posteriormente es designado jefe fundador del Departamento de Publicaciones de la Casa de la Cultura del Perú y luego, director de la Editorial del Instituto Nacional de Cultura; cargo en el que se jubila luego de más de cuarenta años de servicios al estado” Pero por que, recordar a Izquierdo acaso por haber mostrado la otra cara de ese Perú que algunos aún no nos atrevemos a reconocer. Es que acaso hoy que la selva llora acaso cobre actualidad estas líneas que transcribo de la novela señalada líneas arriba: “ En la selva, el paludismo, la anquilostomiasis, el pian , el “mal de ojos”, la desnutrición, agobian a las gentes “ (p 17) más adelante lo compara con lo que sucede también en la Sierra: “tanto en la Sierra como en la Selva, y aún en algunos sectores de la Costa , las epidemias causan masacres espantosas” ( p 18) así, a lo largo de su novela va mostrando cuadros de desamparo y abuso de parte del estado que no brinda servicios básicos de salud, educación, progreso sino que antepone la “masacre espantosa que se quiere negar de los hermanos selváticos” por eso Izquierdo en su novela para niños. En la tierra de los árboles dice: ¿Por qué lloras corazón?/ ¿Por qué estas triste corazón?/ Todo mal tiene remedio, / Sólo la muerte no tiene ( p. 104). Que la selva ni su gente se hagan visibles y no sean fantasmas nunca más por que ellos también son peruanos.
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