domingo, agosto 22, 2010

TEOFILO GUTIERREZ Y SU COLINA CRUZ EN TIEMPOS DE LETRA


“Al comenzar la noche no se oyó ningún balazo y no hubo alboroto de perros, pero sí un endemoniado croar de sapos en la orilla del río cercano a la casa de los Ruiz.” Así, de sugerente se presentan las primeras líneas del cuento Pincelada que integra el breve libro: Colina cruz (Hipocampo Editores, 2009) de Teófilo Gutiérrez Jímenez. La construcción oracional muestra el escenario de la historia a desarrollarse. Nos pica la curiosidad por saber que le sucede a los Ruiz y el narrador va configurando el espacio dialógico entre Pablo Ruíz y su mujer: “-¡hombre apaga la luz! / El giró los ojos hacia el umbral de la puerta del dormitorio, donde estaba la mata de sábila colgada y amarrada a un clavo oxidado por una cinta de tela roja. Una hoja se estaba secando./ -¡malagüero- le dijo ella/ -¡tonterías – dijo él. Se seca porque las hojas también mueren alguna ve. Nacerán otras, y así , sucesivamente.“ La tensión del fatalismo y la muerte se muestran como máscaras de la soledad, la superstición, el olvido, el recuerdo. Teófilo Gutiérrez con “oficio de narrador” y con una prosa minimalista va estructurando la memoria de los moradores de “Guarangillo” un olvidado lugar ubicado en Jaén. Colina cruz no es un libro de cuentos más, es un libro de cuentos bien escritos. En el cuento: la mujer de Antonio Claros la historia recrea desde la escritura “la oralización de esos personajes”: “no que decían que la mujer tenía las piernas como patas de saltamontes”, •”como que tenía cola de mono y pezuña en lugar de un pie” Coloquio y chisme una mirada de censura y de “mal-decir” colectivo que tensiona la actitud de hombre que se aleja y esconde su “felicidad” fuera de ese enjambre de “enjuiciamientos” . Colina Cruz en los diez cuentos que la conforman nos es un libro más sino un libro que confirma la destreza narrativa de Gutiérrez quien ya el año de 1995 había editado su libro: “Tiempo de Colambo” con siete cuentos admirables, por el tratamiento minimalista del relato.
Volviendo a Colina Cruz en este libro no hay ornamentación innecesaria sino, por el contario se da paso al ensayo de la brevedad y la pincelada exacta para graficar historias que tematizan la memoria colectiva de los habitantes de Guarangillo donde se hace presente la superstición, la soledad, la muerte, el juego, lo mágico, lo infernal, lo popular, la venganza, la envidia, el amor. Un cuento que recrea la memoria colectiva con belleza y picardía es el “diablo en el arroyuelo” que a partir de la imagen tierna de la niñez nos traza la derrota del viejo Satán con admirable ludismo. Por otro lado, señalo dos textos ejemplares de esa manía por contar bien; “noche de perro”, “un brujo, un colambo y una piedra muy rara”. Aunque en su totalidad cada cuento muestra su valía. Otro rasgo que llama la atención en Colina Cruz es señalar el salto cualitativo que ha seguido Gutiérrez desde sus primer libro hasta este segundo libro. Gutiérrez es un “orfebre hábil en el difícil “arte de contar bien una historia”. En Colina Cruz hay un buen uso de la coma retórica, el encantamiento de la oralización en boca de los personajes, la simpleza enumerativa para desarrollar la tensionalidad de la fábula, el recurso de lo cotidiano que depara sorpresas e historias en Guaranguillo, prosa fotográfica como instantáneas coloridas. Colina Cruz en su brevedad es un libro que marca con fuego los ojos del lector. Colina Cruz no es un libro para ser tragado, ni digerido sino para ser cosido en la mente diríamos parafraseando al viejo Bacón. Es un libro de “cuentos deleitables“ dice en la contratapa Miguel Gutiérrez. Yo agregaría que es un libro de cuentos finamente cincelados con oficio y paciencia narrativa.

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