Educar es elevar el alma de tu
semejante. Educar es lograr la emoción más noble que nace del diálogo. La educación
es la conjunción dialógica de maestro y alumno que genera la chispa del
conocimiento. Educar antes que castigar. Saber antes que engañar.
La verdadera educación se ejerce con libertad. No habrá mejora en la educación con papeles. La
educación no se arregla con decretos, directivas o con abusivos controles. El maestro
revoluciona su vida la educación cambia. No hay que temer al cambio estamos
hechos para triunfar. Los maestros sabemos sembrar ideas, sabemos coser libros
en el cerebro de los alumnos. Maestro antes que simple profesor. Amo mi profesión soy
maestro de los sueños. Soy constructor de sabiduría. Soy libro de vida,
árbol de ciencia, raíz de letras, ramas de filosofía. No me siento simple enseñante soy la tiza, la pizarra el libro
que habla en el aula. Soy la modernidad de lo nuevo, la máquina sensible cuyo
corazón incendia las primeras vocales, los primeros palotes y la matemáticas
iniciales del dos más dos cielo, fuego, tierra y aire docente. Educo, amo,
sueño, conozco, aprendo, incendio, todos los días. Mis alumnos, mis amigos
corren por el cielo de la experiencia y ya son mis colegas a ellos mil
felicitaciones. No hay que desmayar somos máquinas de corazón abierto, cerebros
divinos somos maestros. Hoy es nuestro día y por ello salud con una copa de
letras. Feliz día colegas, amigos. Salud.
sábado, julio 06, 2013
lunes, julio 01, 2013
FIRMIN DE SAM SAVAGE
Firmin ( Barcelona, Editorial Seix Barral 2006) es una novela recomendable,
de lectura rápida y atrapante. Su lectura te deja con el extraño deseo de comerte un par
de libros. Uno que consideres de los mejores que has leído y otro de los que
están demás en tu biblioteca, para que pellizques aunque sea una partecita de su
contenido y zambullírtelo en la boca como “pan con mantequilla” en el desayuno.
Sentirás el sabor más dulcísimo (riquísimo) que haya experimentado tu paladar,
o por el contrario terminarás vomitando tinta y poco talento, por su sabor soso.
Firmin, condicionado por su ignorante y ruda familia, es una rata desafortunada
que intenta buscar su destino. Llega a las lecturas de una manera muy peculiar
para el hombre, pero única para las ratas: “devorando libros”. Su hogar fue
siempre una librería, nació y se crío –literalmente hablando- sobre el Ulysses
de Joyce. Su capacidad intelectual se nutrió a base de lecturas y enseñanzas de
sus dos maestros – y también amores-, Jerry Magoon y Norman Shine. Firmin
encuentra en sus platillos el amor a la literatura. Intenta ser un poeta, un
escritor y comunicador, algo que no puede por su físico, o como él prefiere
llamarlo por esa “mascara que me impide sobresalir”. Firmin sin darse cuenta
abandona ese cuerpo que le impedía ser un gran escritor, y concluye una
grandiosa novela – su autobiografía. Sin más que decir, Firmin conserva la
esencia de un crítico literario – leído, rudo y censor de lo bien logrado-
logrando de su vida una genial novela que nos enseña de manera alegórica, el
punto de vista de alguien, que siempre intenta
aspirar a ser lo mejor un hombre cultileído.
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