El futbol es la magia verde de una pelota que envuelve la
vida. Hay grito, pasión y gol de
multitudes. Sudor, gambeta, huachitas y chalacas de hincha adornan 90 minutos de
velocidad. Juegan millones con la tierra redonda que de tanto ser pateada cada
día ofende los sentidos. Somos futbol, y fervor de gargantas. Somos jugadores
de la vida. De ahí, que rabiemos y alegremos nuestros días con el futbol y sus emblemáticos
jugadores. Lo que sigue es una reseña al libro de Rodolfo Milla: CHALE,
SOTIL Y EL GRAN PERICO LEÓN. Lima. Editorial San Marcos, 2014 quien con prosa
“de gambeta y guantes en la escritura” nos ha regalado un “gol de crónicas que
se pegan en el bobo”.
X: Alfonso Torres Valdivia
Chale, Sotil y el gran Perico
León es una versión ampliada de otro libro que Rodolfo Milla publicó en los
años noventa con el título de Crónicas
imperdonables. Agotada la edición, algunos vendedores, ante la demanda
inusitada, le pidieron permiso a Rodolfo
para sacarle copia a dicho ejemplar. Él
aceptó, y entonces circuló una edición reducida de Crónicas
imperdonables. Pero la gente, no se
contentó con una copia y le reclamó al
autor una reedición. Ser inmune al clamor de las masas no va con la
personalidad de Rodolfo, y ante esa
avalancha de suplicas, recurrió a La Editorial San Marcos. El único problema
que se presentó fue con respecto al tema, la editorial le pidió que sacase
algunos artículos de natación y ajedrez, pues los consideraban ajenos al tema
central: el fútbol. Movido por las circunstancias, Rodolfo reduce y amplía sus
crónicas, y el producto de ese esfuerzo es el libro: Chale, Sotil y el gran Perico León.
El libro es un conjunto de
crónicas periodísticas y Rodolfo, se vale de ellas para mostrar la vigencia de esa gran
antítesis entre David y Goliat. En realidad el trabajo emprendido en este
ejemplar, es un pretexto para denunciar
el abuso del cual fueron víctimas infinidad de futbolistas, que en algunos
casos eran iletrados. Mostrar ese universo conflictivo, poblado de sátrapas y
hunos, y cuestionar el sistema deportivo
vigente, donde los deportistas se someten a los avatares de la oferta y la
demanda, perdiendo su condición de humanos, es uno de los logros del presente
libro. Detrás de cada futbolista hay un
ser humano, una historia, un triunfo y su consecuente derrota. Ese determinismo
fatal, el término de la fiesta, logra conmovernos y el cinismo de los que
detentan el poder de los clubes, exasperarnos.
Después de leer cada crónica, uno
queda como si estuviera en el limbo, pues las dimensiones del engaño del cual
fueron víctimas, jugadores como Perico León, Garrincha y Sucre Flores, entre
otros, rebasan lo imaginable y nos
invita a mirar el fútbol no de una
manera idílica, como la que vivimos en 1969, después del partido en la Bombonera,
sino como la tragedia que nos envolvió después del paquetazo de Fujimori.
Chale, Sotil y el gran Perico León tiene una virtud que la
encontramos dentro de la estructura del libro: el nivel de la historia es tan
interesante como el nivel del lenguaje. Hay autores que en sus manos tienen
historias superlativas, pero al redactarlas hay un desbalance en esa ecuación,
el lenguaje no tiene el mismo nivel de lo que se quiere contar, y esto produce
un hastío y aleja al lector del texto. Con Rodolfo no ocurre eso, las historias
contadas por él, encandilan desde el comienzo, y esto es debido al uso del
lenguaje, en este caso, ágil, directo, a
menudo desenfadado que nos sumerge en un mundo maravilloso como si ese
universo descrito estuviera poblado por reyes, hadas y gnomos.
Con respecto al lenguaje empleado por él queremos resaltar el alejamiento del lenguaje periodístico para acercarse al lenguaje literario, frases como: Él está muerto. Pañuelos verdes y amarillos lo cubren. Américo no pudo resistir la partida de su Mané y así, a los pocos días, su viejo corazón estalló como una bolsa de lágrimas. Un coche de bombero y él era su piloto carbonizado, dan una perspectiva literaria al trabajo de Rodolfo, y ese esfuerzo, nivela la historia con el lenguaje.
Con respecto al lenguaje empleado por él queremos resaltar el alejamiento del lenguaje periodístico para acercarse al lenguaje literario, frases como: Él está muerto. Pañuelos verdes y amarillos lo cubren. Américo no pudo resistir la partida de su Mané y así, a los pocos días, su viejo corazón estalló como una bolsa de lágrimas. Un coche de bombero y él era su piloto carbonizado, dan una perspectiva literaria al trabajo de Rodolfo, y ese esfuerzo, nivela la historia con el lenguaje.
Imaginamos las toneladas de sudor
que se desprendió del cuerpo del autor de Chale,
Sotil y el gran Perico León para la
elaboración de su libro. Sí, porque la culminación del presente trabajo es
producto de una investigación exhaustiva.
Hay deportistas, que apenas tienen unas cuantas líneas de información en
los diarios de la época, y Rodolfo, en busca de anécdotas, tuvo que recurrir a
la Biblioteca Nacional, hemerotecas particulares, al Archivo de la Nación, y en algunos casos, a fuentes orales, es decir,
a personas que conocieron a los protagonistas de las crónicas. Fueron horas de
entrevista para extraer un dato, apenas una línea en el libro, pero cuanta
riqueza en el resultado. El manejo de las fuentes históricas es algo que no se
puede soslayar. Hurgar en ellas formó parte del trabajo más tedioso, pero el que más satisfacciones le produjo al
autor.
Rodolfo en su trabajo de investigación no se
contentó con repetir anécdotas recogidas en diarios o revistas de la época,
sino que analizó y sacó conclusiones nuevas a hechos pasados o recientes. Ese
es uno de los méritos de él, no repetir, sino dar información nueva, acercarse
a las fuentes orales y escritas con seriedad, sin escatimar esfuerzo para
recoger datos que muchas veces le llevan meses, años o décadas. Esa dedicación,
evidentemente tuvo una recompensa, su
libro se volvió un imán que hipnotiza y despierta en nosotros ese lado morboso
de saber más, sin dejar de conmovernos,
ante el éxito o fracaso, de estos héroes modernos que cometieron el
error de traer la alegría a una sociedad violenta y sin alma que en la cúspide
de su vida los endiosó, pero que no tuvo la paciencia ni el ánimo para atenuar
su caída cuando cayeron al abismo.
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